Almendras, vino rancio y zurracapote en la Semana Santa

Duela mende batzuetatik hona, almendrak, ardo zahartua eta zurrakapotea izan ziren protagonista Eltziegoko Aste Santuan

La Semana Santa, la también denominada Semana de Pasíón, ha acarreado a lo largo de muchas décadas anteriores, mucho más que en la actualidad, un trajín muy particular en la Villa y de una manera especial en la Parroquia de San Andrés. Las representaciones teatralizadas que tanto furor tuvieron en en la segunda mitad del siglo XVIII, las centenarias procesiones que en la actualidad se siguen manteniendo, el cubrimiento con telas moradas de retablos y estatuas, el montaje de un monumento en el interior del templo para albergar al Santísimo en esos días señalados, las sesiones matinales de tinieblas con ruido ensordecedor de matracas y carracas, el adorno del Crucero para el paso de la procesión, el lavado de los pies a los Discípulos con la jugarreta al Judas, los propios oficios religiosos, etc…Un apretado programa que el transcurrir del tiempo y la simplificación de la liturgia han ido reduciendo paulatinamente hasta lo que en la actualidad tenemos.

No es difícil remontarse a cuatro o cinco décadas para recordar la seriedad con se celebraban muchos de estos actos, la extensa liturgia tradicional y una explosión de religiosidad popular, que hacían de la Semana Santa una manifestación religiosa, no exenta de fervor, que alteraba el ritmo cotidiano de la Parroquia y de la Villa.

1882 Zurracapote

Hoy nos vamos a centrar en esos pequeños “ágapes”, “refrescos”, “colaciones”, que tradicionalmente se han celebrado en torno a la Parroquia durante la Semana Santa y que era una manera de agradecer los trabajos realizados y de reponer fuerzas de los esfuerzos empleados.

Tampoco hay que olvidar, que es tradición en la vida civil y también en la religiosa de celebrar, agradecer o recompensar ciertos momentos con un refresco, un vino, un aperitivo….o cualquier otro apelativo que utilicemos para estos ágapes.

Desde mitad del siglo XVII hasta nuestros días ha ido variando la intensidad mayor o menor de estas colaciones y su relación con un acto concreto de la Semana Santa. Haciendo un resumen sencillo de los elementos que se utilizaban para esta reposición de fuerzas, tenemos:

  • El vino rancio: ha sido el más utilizado a lo largo de estos siglos. El vino rancio era una bebida con más grado alcohólico y aromas añadidos que el vino habitual; de sabor dulce y asociado a una idea de un buen “reconstituyente”. Toda una variedad de vinos enriquecidos o vinos quinados también podrían entrar en este apartado de vino rancio.
  • El Ribadavia: un vino muy utilizado para la celebración de las misas, que posiblemente fuera parecido a lo que era un vino supurado; pero que a lo largo del XVII y XIX se le denominaba así y era comprado fuera de la Villa.
  • El zurracapote: Bebida que tomó más protagonismo hacia finales del XIX y estaba muy relacionado con los pasos procesionales y los portadores de los mismos. El zurracapone era la bebida festiva por excelencia en finales del XIX y a lo largo de todo el siglo XX en los actos lúdicos y festivos. En la Sacristía, en un rincón tras la aperrtura de las puertas de un armario, hay un lugar idóneo para conservar el zurracapote en su mejor frescura. Ahí se guardaba la tinaja destinada a tomar ánimos y reponerse de los esfuerzos tras llevar los pasos de las procesiones.
  • Vino.-Utilizado más bien en el siglo XX. De una manera más concreta cuando la música municipal toma parte en las procesiones.
  • Las almendras. Producto de confitería que aparece desde finales del XVII hasta finales del XX. En ocasiones han sido acompañadas de avellanas. Es el producto sólido más tradicional en todos estos siglos ya que lo podían tomar los adultos y también los monaguillos y los infantes que se agrupaban y representaban a los Discípulos.

Analizando las evoluciones que han ido desarrollándose a lo largo del tiempo y la vinculación con algún acto en concreto, tenemos el siguiente resumen:

Siglo XVII

Desde la mitad de este siglo ya aparecen pagos en el Libro de Fábrica de Vino de Ribadavia ( 2 cántaras), almendras y avellanas. En la mayoría de las partidas se asocia a la función de los maitines. Estas colaciones eran para los Beneficiados; y en algunas ocasiones especifica también para los miembros del ayuntamiento.

En la Visita de 1694 se ordena que no se hagan semejantes gastos en la Semana Santa con los Sacerdotes en vino, almendras y avellanas. En caso contrario, se ordenarán apercibimientos. Esta severa reprimenda tendrá su efecto durante casi 30 años.

Siglo XVIII

Pasaron casi tres décadas sin registros de pagos de “refrescos” en la Semana Santa. Cambiaron de autoridades en el obispado y en la propia Parroquia y en 1724 vuelve a aparecer un gasto de “almendras y vino para el Jueves y Viernes Santo con los Señores del Cabildo.”. En los siguientes años no se abandona el “refresco” de Semana Santa y se añade un pago en vino al Sacristán por cuidar del Monumento en todos esos días. La media cántara de vino rancio y las 6 libras de almendras para el Cabildo va a ser constante en toda esta mitad del siglo XVIII. No se especifica para qué acto en concreto eran; en algún pago se especifica “para las noches de Semana Santa”.

A lo largo de esta centuria fueron aumentando el número de Beneficiados y también el de clérigos y otros pupilos en torno a la Parroquia. Eso trajo consigo que las cantidades para los “refrescos” de la Semana Santa hubiera que ir aumentándolas. Al inicio de la década de 1770 ya se necesitaban diez azumbres de vino rancio y 18 libras de almendra.

Los registros contables de estos ágapes iban aumentando hasta el punto que en la Visita de 1774 las autoridades de la diócesis vuelven a tomar cartas en el asunto e indican que en esas cantidades gastadas en lo refrescos del Cabildo en Semana Santa “no se encuentra razón para haber podido ni poder grabar a la Fábrica con semejantes gastos”. Señala el acta del Visitador que en el año 1724 se gastaron 23 rs y que en el actual de 1774 fueron ya 171 rs. Propone una solución salomónica, que no fue la de abolir completamente la costumbre, sino que el gasto máximo no superara los 30 reales en esos refrescos.

En este último tercio del siglo XVIII los actos de Semana Santa tuvieron un esplendor particular con las representaciones del Desprendimiento de la Cruz y con la suntuosidad del Monumento. Aparte de los gastos propios de los materiales, se les obsequiaba a los trabajadores y artesanos con pan y vino. Otros pagos de vino rancio y almendras van unidos a la colocación del Monumento y a los actos del Comulgatorio.

En la Visita de 1782 la autoridad diocesana fue más permisiva, pues siendo consciente de que lo estipulado era de no exceder de 30 rs, también atendió las razones que el Cabildo le dio para aumentar la partida para “hacer la costumbre inmemorial de contribuir por la Fábrica al Cabildo Eclesiástico el día de Miércoles Santo con una expresión de colación “ que se habían propuesto y justificado que excedería en manera alguna de 80 rs.

Siglo XIX y XX

A lo largo de este siglo el producto más característico del ágape de Semana Santa son las almendras. Casi 20 libras de almendras se traían generalmente de Nájera. Ya avanzado el siglo se compraban en el confitero local que a mitad del siglo fue Ochoa.

En la década de 1880 aparece un pago de unos nuevos productos: “azúcar y canela para el refresco de Semana Santa”. Sin aparecer el nombre concreto, sabemos que eran para elaborar el famoso zurracapote. Nombre que ya se especifica en un posterior pago de 1882.

El siglo finaliza con pagos para los refrescos de los cantores y músicos. Ya estaba fundada la Banda Municipal que participaba activamente en las procesiones y se les obsequiaba con vino y zurracapote.

El pasado siglo XX fue una continuidad del anterior, donde las representaciones teatralizadas fueron perdiendo protagonismo e incluso actividad. En su lugar la representación de los Discípulos en el lavatorio y en el adorno de la cruz del Crucero tomó el testigo. El Monumento continuó siendo un montaje considerable de trabajo importante en montarlo y desmontarlo. Los Oficios de Tinieblas continuaron armando el matutino ruido. El cubrimiento de las figuras de los retablos acarreaba un trabajo adicional con su propia parafernalia. Las procesiones tomaron más cuerpo puesto que llevaban música municipal, uniformada y acompasada, que realzaba el ritual. Las coplas que se entonaban en las procesiones contribuyeron también a esta liturgia por las calles de la Villa. Los pasos eran portados a hombro por los “lobos”, como se les llegó a llamar a los encapuchados que portaban las imágenes, incluso descalzos y hasta en ocasiones con pies encadenados. Portadores que tenían su tradición en familias con derechos “a llevar el palo” de una u otra efigie.

Todo este montaje de personas y actos no estaba ajeno a una gratificación, un agradecimiento, un reponer fuerzas, ….con las clásicas almendras, vino y zurracapote de la tinaja de la sacristía.

El último Mesón-Fonda público de Elciego

Eltziegoko azken Mesón-Fonda publikoa, lau mendeko bizitzan hainbeste mandazain eta apopilo artatu zituena, 1960ko hamarkadan itxi zen, Remedios Alonso bertako sukaldari ospetsuak gobernatu ondoren.

La Villa, a lo largo de estos cuatro últimos siglos, siempre ha tenido necesidad de dotarse de lugares en donde pudieran pernoctar las personas foráneas que acudieran a ella por diversos motivos. Uno de los generadores de esta necesidad era el tener que disponer de cobijo cómodo y agradable a los arrieros y sus cabalgaduras. Los llamados mesones eran vitales, como buen reclamo, para que hubiera una buena salida comercial de los vinos locales.

Los arrieros y borriqueros, esos comerciantes del vino que llegaban con sus mulas para negociar, comprar y transportar los vinos a las Vascongadas, eran vitales para la subsistencia y desarrollo económico de los habitantes de la villa. Sin arrieros no había venta de vino.

A lo largo del XVII y XVIII varios fueron los mesones habilitados especialmente para acoger a los arrieros, también llamados vizcainos o vitorianos, con sus mulas y caballerías. Esos mesones, aparte de estar dotados de habitaciones y lugar para comer, también tenían que disponer de cuadras donde reposar y alimentar a las caballerías. En estos siglos la Villa disponía del Mesón de la Plaza y el del final de la Calle del Norte, ambos de titularidad pública o el de Teresa de la Portilla y en ocasiones el de los Ruiz de Ubago, de iniciativa privada.

A mediados del siglo XVIII el aumento de la producción vinícola movió a las autoridades locales a la construcción de un mesón más moderno, más amplio, con atractivo para los arrieros y cercano al Barrio de Barrihuelo, donde se realizaban la mayoría de las operaciones de carga de pellejas. Así a mitad del XVIII se construyó el nuevo Mesón de la Villa en la otra parte del río.

Esta formidable construcción en los extramuros restó actividad a los dos mesones más humildes que seguían funcionando en el casco urbano: el antiguo mesón de la Villa , junto a la plaza, y el del final de la Calle del Norte, al lado de la era de Don Pedro. En 1810, debido a la necesidad de obtener liquidez para el pago impuesto por las tropas francesas, la Villa tiene que vender este mesón por 10.588 reales.

1890 Arreglos realizados por Ruperto Ulloa

A lo largo del XIX el antiguo mesón de la Villa, ya denominado Posada o Fonda, sigue atendiendo a huéspedes y forasteros que acuden a Elciego por cualquier motivo. El mantenimiento del edificio, tanto en tejado y bóvedas como en los enladrillados del suelo es una constante en las partidas municipales. La planta y fábrica del edificio es antigua y sus materiales acusan el paso del tiempo y el uso trotero de los huéspedes.

Un siglo más tarde, a mitad del XX, la fonda es arrendada a particulares para su explotación. El último arrendatario fue la familia de Nazario Sáenz, y de una manera particular su mujer Remedios, buena persona en el trato y mejor cocinera,

En 1946 fallece Nazario Sáenz de la Vega y es su viuda, Remedios Alonso Gómez, quien tiene que tirar del negocio para el sustento de la familia. Remedios observa el poco movimiento que el local tiene como fonda y propone al Ayuntamiento hacer un Bar-Café en el portal pasando la entrada al edificio a la puerta pequeña de la parte izquierda. Esta reforma llevaría consigo “la construcción de un retrete-urinario y adecentamiento de la fachada, pintándola,etc..” De esta manera “se daría más valor el edificio y cierta estética a la Plaza de la Verdura”, argumentos que esgrime la arrendataria para darle el giro al negocio de la Fonda.

La idea es bien vista y aprobada por las autoridades municipales, junto con la prórroga del arrendamiento. El bar de la Fonda toma impulso, es muy bien aceptado por la clientela local y foránea y a ello se suma el reconocimiento como excelente cocinera de Remedios ¡¡¡ Cuántas personas, nativas y foráneas, comentan y recuerdan esas pochas y otras platos suculentos de “la Remedios”.¡¡¡

El edificio, a pesar de los arreglos ocasionales de adecentamiento, no disponía de elementos básicos como un cuarto de aseo, con water, lavabo y ducha. Carencia que Remedios Alonso solicita en instancia al Ayuntamiento el 5 de agosto de 1952.

El Bar-Fonda de la Viuda de Sáenz sigue atendiendo las necesidades y ocio de la Villa con gran satisfacción de la clientela. Esto obliga a la arrendataria a solicitar una ampliación del bar, “para bienestar de los vecinos y comodidad del pueblo” en noviembre de 1958.

Una década más tarde, la Fonda de la Remedios, el antiguo Mesón de la Villa, cerró sus puertas al público y a su propia existencia. El local se utilizó como almacén municipal y en su parte izquierda los músicos de la banda tuvieron su “Academia” para ensayos musicales y tertulias apañadas.

En la actualidad un moderno edificio sustituye al histórico mesón y a la recordada fonda. Un edificio en el que continúa con la atención gastronómica a locales y forasteros y en que el que la música tiene ampliada y modernizada su propia Academia.

Elciego en la “Geografía General del País Vasco-Navarro” de 1915-1921

Duela mende bat hiztegietan nola ikusten gintuzten jakin-min horrek erakarpena eragiten du, eta biztanleria bat mende batean nola alda daitekeen erakusten digu.

Cómo nos veían hace un siglo, cuando no existían las modernas redes de publicación e información, es algo que atrae nuestra curiosidad. El tan recurrido “Diccionario Geográfico-estadístico-histórico de España” del navarro Pascual Madoz, publicado entre 1845 y 1850 es una de las fuentes más recurrentes para conocer detalles de cualquier población.

Posteriormente, entre 1915 y 1921 se publicó otra obra más local titulada “Geografía general del País Vasco-Navarro”, proyecto del catalán Francisco Carreras. El tomo referente a la provincia de Alava lo redactó Vicente Vea López, hombre polilfacético y miembro de la Real Sociedad Geográfica.

En esa obra, preciosamente editada de 713 páginas, en el capítulo XV dedicado al Partido Judicial de Laguardia, dedica casi tres páginas (651, 652 y 653) a Elciego, acompañadas del sello oficial del Ayuntamiento y dos fotografías.

Estas páginas aportan datos nuevos, estadísticos, y otras pinceladas históricas claramente copiadas de otros manuales anteriores, como es el de Madoz.

Sobre el primer grupo tenemos que la Villa

  • Tiene una extensión territorial de unas 1995 Ha. De ellas se cultivan 980, destinándose 250 a trigo, 110 a cebada, 5 a patatas y 615 a vid y otros productos.
  • Su caserío se compone de 245 viviendas, más 182 escampadas, sumando 427, con 7 albergues o chozas. La población es de 1500 almas de hecho y 1547 de derecho, de las que 60 moran en los caseríos dispersos.
  • Iglesia servida por u ecónomo y dos coadjutores
  • Dos escuelas completas, una para cada sexo y su población escolar se alcula en 186 niños y niñas
  • Sostiene el municipio dos alguaciles, dos serenos y dos guras jurados.
  • El alumbrado de la villa es eléctrico, producido por la fábrica de este fluido que hay en la misma
  • Hay organizada una banda de música
  • En el casco de la población hay tres posadas.
  • Existe puesto de la guardia civil al mando de un sargento
  • Está regado por los ríos Ebro, Mayo y La Balsa
  • Además hay varias fuentes de aguas muy buenas.
  • Comunica con la estación de Cenicero por un servicio diario de carruajes
  • La principal riqueza es la agricultura, recolectándose cereales, hortalizas, aceites y vinos. Estos últimos han llegado a adquirir justa fama por su excelente calidad y buena elaboración, especialmente los del Marqués de Riscal, cuyas bodegas están instaladas al estilo de las mejores del Médoc.
  • Existen en la villa otras varias bodegas de importancia y a su sombra se han desarrollado algunas industrias, como son la tonelería y el transporte de caldos a la estación de Cenicero.

Como datos repetidos de otras fuentes, que han calado con excesiva facilidad en la tradición oral y escrita y sobre las que tenemos nuestras grandes reservas son:

  • Tiene tres ermitas ( La Plaza, San Roque y san Vicente). Sobre esta última comenta que “hasta principios del siglo XVIII los beneficiados tomaban posesión de sus cargos, por haber sido la primitiva parroquia de la Villa·”
  • Actualmente celebra dos fiestas o romerías los días 15 de agosto y 8 de septiembre.
  • Repite la idea de que la Villa estuvo en el término de San Vicente y la leyenda del ciego que tenía una venta sobre la que se fue afianzando la actual ubicación de Elciego.

Tras las alabanzas al edificio de la Parroquia de San Andrés y que el término” es uno de los más ricos de la provincia de Alava”, recuerda la pertenencia al Reino de Navarra y que en su apeo de 1366 se la llamaba “Il-Ciego” y que disponía de “15 fuegos de pecheros, 6 de hijosdalgos y uno de clérigo. En 1571 su población se elevó a 150 vecinos y a finales del XVIII tenía 200 vecinos.”

Finaliza la reseña con la Carta Ejecutoria de 1583 con el título de Villa otorgado por Felipe II y con la del ilustre hijo Don Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara.

El médico Santos Moreno Ocharan (1857-1890)

Santos Moreno Ocharan medikuak medikuntzan jardun zuen Eltziegon XIX. mendearen ia erdi osoan. Ordura arte, medikua oso pertsona aldakorra zen, eta urte gutxi ematen zituen herrian.

 A lo largo del siglo XVIII la ocupación de la plaza de médico de la Villa cambiaba de titular con mucha facilidad. La mayoría de los facultativos desempeñaban transitoriamente su oficio teniendo como objetivo otra población más numerosa y por consiguiente acompañado de retribución más sustanciosa. El disponer de médico en la Villa y dotarlo de unas cuantías económicas atractivas fue una de las preocupaciones más tratadas en los Concejos Municipales desarrollados a lo largo de todo el siglo. De todo este siglo XVIII, y también de la primera mitad del XIX, sacamos dos ideas importantes: una que había médico en la Villa costeado por el Ayuntamiento y los vecinos; y otra, que la mayoría de los facultativos no establecieron raíces familiares ni patrimoniales en Elciego a lo largo de todas estas décadas.

Varios son los factores por los que cambia esta dinámica en la segunda mitad del siglo XIX. Uno de ellos fue la regulación por parte de la Diputación de la Alava de la actividad sanitaria en la Provincia. En 1857 el ente foral crea unos “Partidos Facultativos” en todo el territorio con el fin de “que no haya un pueblo ni una sola casa que no se comprenda en ellos para que la asistencia de los facultativos y el servicio de las medicinas se practiquen con facilidad y exactitud”. Elciego queda fijado como población autónoma a la que podría añadírsele la de Lapuebla de Labarca. Una de las recomendaciones más importantes del Diputado General era la de que la dotación de los médicos y cirujanos no fuera menor de 6.000 reales en dinero, o 200 fanegas de trigo. Otra recomendación del ente foral era que en los municipios en los que formen por sí solos partidos sanitarios (como era el caso de Elciego), los “seis primeros mayores contribuyentes intervendrán en la elección de los facultativos”.

 Este mismo año de 1857 solicita y consigue la plaza de médico titular de la Villa Santos Moreno Ocharan, quien se mantendría en su actividad, en gran parte por la satisfacción del vecindario, hasta su fallecimiento a finales del siglo. Moreno Ocharan era originario de Madrid y en la contienda de la primera Guerra Carlista estuvo en el Ejército de Operaciones del Norte como médico cirujano y profesor castrense de la Plana Mayor. Tras la contienda se estableció en la zona: Nájera, diez años en Leza, nueve meses en Barriobusto, Tudelilla, San Millán, Murillo, Villoslada…y titular en la Villa de Elvillar. En total 22 años de actividad sanitaria como médico cirujano de 1ª Clase a la que añadía el título de Profesor Castrense retirado de la Plana Mayor Facultativa Médico Quirúrgica del Cuerpo de Sanidad Militar, 2ª.

Con este recorrido opta y obtiene en 1857 la plaza de médico titular de la Villa, cargo que se le irá renovando cada cuatro años, tras pasar los filtros de la satisfacción ciudadana y de la aceptación de las exigencias propuestas tanto por el Ayuntamiento y como por el propio facultativo.

En 1870 se le renueva la contrata de médico titular con una dotación de 10.000 reales. Las condiciones siguen siendo similares a los de años anteriores: asistir a todos los vecinos y familias que contribuyan con las cargas, “a una criada en cada casa” ( particularidad introducida por las familias hacendadas y pudientes de la Villa), asistencia a los criados tanto de año como de temporada, asistir gratuitamente a los enfermos del Hospital (aunque sean forasteros, pobres de solemnidad, expósitos…), no salir del pueblo sin permiso del Alcalde, en caso de enfermedad del médico titular éste tendría que poner sustituto que recibiría dos tercios del sueldo y un tercio el titular, en caso de querer pasar a otra plaza debe permanecer dos meses de tránsito, … todo por un salario anual de 2.500 pesetas pagadas por trimestres.

Los contratos suscritos con el Ayuntamiento, quien tenía sus propias y tradicionales cláusulas, no estaban adaptados en algunos puntos a las nuevas normativas sanitarias que tanto Diputación como el Gobierno Nacional reglamentaban para la modernización de la sanidad pública. Esto originó reclamaciones por parte del médico y del cirujano Eduardo Fuentes, aduciendo que podrían considerarse nulos los contratos suscritos con el Ayuntamiento. Fue más una adecuación a la nueva realidad normativa.

En los inicios de la nueva contienda carlista, el distanciamiento entre el médico y cirujano con las autoridades municipales tomó otro carácter: el económico. La no percepción de la totalidad de los salarios acordados les llevó a reclamaciones y conflictos de intensidad, todo ello aderezado con la tensa situación de la guerra civil. La nueva situación de dificultad económica grave llevó al ayuntamiento a reformar el pago de los salarios del personal funcionario y también a que la población aportara cantidades concretas por recibir ciertos servicios.

La reclamación de los haberes contratados no impedía que ese mismo año prestara dinero a algunos vecinos o que participara, junto con 55 vecinos de Elciego, en la aportación de 21.204 reales para pagar el rescate de los cuatro rehenes que las tropas carlistas de Vicente Berganzo retuvieron el 30 de septiembre de 1873.

La afinidad con la causa cristina le lleva también a ser uno de los integrantes de la Junta que en agosto se creó con el objetivo de salvar las dificultades económicas y de orden público de la Villa.

En noviembre de 1874 la situación es aún más tensa al no recibir ni el médico ni el practicante un mínimo de los pagos acordados. Llegan a la determinación de que sean los propios particulares quienes les abonen los honorarios por los servicios y luego reclamen esa cantidad al Ayuntamiento. El cirujano Fuentes abandona su plaza y es el médico Moreno Ocharan quien por propia voluntad atiende las obligaciones propias de la plaza de cirujano. Meses más tarde reclama el abono de estos servicios y también que “se le expida un certificado de buena conducta”. La respuesta municipal es afirmativa en lo último, pero desatiende lo referente a los dineros. No hay fondos municipales y que cada vecino abone directamente los servicios.

Pasados los meses más duros de la contienda, ya en febrero de 1877 el Ayuntamiento reunió a todos los acreedores a los fondos municipales por servicios prestados a la Villa: médico, farmacéutico, cura párroco y coadjutor, organista, sacristán y ministrante del Ayuntamiento. Llegan a un acuerdo en el que ante la imposibilidad de conciliar los atrasos en una única partida, se hicieran por trimestres.

En marzo de ese año se le vuelve a renovar el contrato de médico titular por dos años y con un sueldo de 2.500 pesetas cada uno. El Ayuntamiento argumenta “el buen servicio, celo e interés con que el referido profesor desempeña la titular de medicina, así también que por parte de los vecinos se hallan satisfechos del buen servicio, sin que se hayan presentado ninguna queja”. Las condiciones generales son similares a los contratos anteriores incluía la de que quedaba “exento de toda contribución con respecto a su dotación y persona, así como también libre de alojamiento”. La gestión municipal va mejorando ayudada también por la introducción y ampliación de los gravámenes impositivos para el sustento de las arcas locales.

De su actividad sanitaria hay huellas en varios documentos locales.Santos Moreno atendió partos con dificultades, actuación que concernía más al cirujano si se presumía cierto riesgo de antemano o a la propia partera. Atendió esos partos y bautizó a las criaturas que estaban en peligro de muerte. Así es el caso de Pedro Celestino Medrano en 1860, el de Dorotea Requemán Baldelana en 1871 o el del propio familiar Francisco Javier Saturnino Bañares Pérez en 1882.

Una muestra del buen corazón del Doctor Moreno fue que tras el fallecimiento de su cuñado Pablo Pérez Herce, catedrático del Instituto de Segunda Enseñanza de Logroño, se hizo cargo de sus sobrinos huérfanos, siendo tutor curador y legítimo representante de ellos. Dos de estas criaturas, Martina y Sabina Pérez del Val, matrimoniaron posteriormente en Elciego. La primera con Eugenio Ortiz Ortiz en 1869 y la segunda con Gerónimo Bañares Guinea en 1872.

La relación del matrimonio Moreno Ocharan con la familia Bañares fue estrecha y posiblemente eso también contribuyó a que Santos Moreno se asentara en la Villa y ejerciera la medicina en ella a lo largo de treinta y pico años. En 1877 actúa como padrino en el bautismo de Amadeo Bañares Pérez.

En 1881 Santos Moreno y su mujer Micaela Del Val hacen testamento conjunto. No tienen hijos y las posesiones de la casa y tabernas que tienen en Nájera por parte de la mujer, se las dejan a Pedro Del Val, hermano de Micaela y residente en la ciudad najerense. Todo lo restante, dejan “como única y universal heredera a Doña Sabina Del Val, ….nuestra sobrina y convecina

Una tónica general de los profesionales que se asentaron en la Villa a lo largo de muchas décadas y centurias, fue la de comprar una viña, un pedazo de tierra, una cueva, una casa…como si el tener propiedad de bienes raíces fuera acuño de verdadera titularidad de vecino. Santos Moreno no fue ajeno a ello y en 1872 compra una cueva en Barrihuelo el Grande con dos covachones. Se la adquiere a Juliana Bañares, a la que anteriormente le había hecho un préstamo hipotecario en 1872.

Santos Moreno ejerció como médico de la Villa durante un tercio de siglo, desde 1857 hasta que sus fuerzas físicas menguaron al entrar en la década de 1890. Falleció en 1892 a la edad de 78 años.

Nota: las fotografías de Moreno Ocharan y de su sobrina Sabina Pérez Del Val son cedidas por la familia Bañares y son parte del legado fotográfico de Luis Bañares Pérez. Es curiosa la inscripción que pusieron “tío Cándido Moreno Ocharan”. Es posible que familiarmente le llamaran Cándido, que era el nombre del padre de Santos, algo habitual.

1693 El testamento del Licenciado Don Manuel Fco Navarrete Ladrón de Guevara

Manuel Francisco Navarrete lizentziaduna Santanderko Abadiara igo ondoren, hainbat dokumentu ofizial idatzi zituen bere bizitza eta etxaldea antolatzeko. Horien artean testamentu bat.

En Julio de 1693 el Rey Carlos II concede el cargo de Abad de la Colegiata al entonces Canónigo Magistral de la Catedral de Palencia, al Licenciado Don Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara. Atrás quedaron las disputas entre el Monarca y el Cabildo cántabro sobre la potestad de la Colegiata, zanjadas definitivamente en 1680 por la Real Cédula del Monarca en la que dejaba claro que era de su Real Patronato. Por lo tanto el nombramiento del Abad, de la persona que gestionaba los recursos y la vida cotidiana de la Colegiata, era potestad del Monarca y no de la autoridad eclesiástica de Burgos.

Este nombramiento supuso para Navarrete un ascenso muy importante en su carrera eclesiástica y también una reflexión importante en la organización de su vida personal. Por una parte tenía que adecuarse a la nueva situación, como la declaración de no percibir ni haber percibido en este último año ninguna renta real, o la de tramitar el título de Abad con la percepción de los consiguientes emolumentos. En el aspecto personal hace una reflexión sobre la organización de su vida y sus heredades, tomando tres decisiones sobre sus asuntos más terrenales: crea un Vínculo con todos sus bienes raíces en la Villa de Elciego, pasándolos a su hermano Gaspar, renuncia al Beneficio que tiene en la parroquia de su Villa natal y redacta un Testamento. Todas estas voluntades, rumiadas entre los meses de julio y agosto, las documenta en Palencia el 14 de agosto de ese año ante el escribano Francisco Montero.

A sus 39 años Navarrete redacta un testamento manifestando sus voluntades genéricas y también las que atañen a su Villa natal. Tras hacer una profesión de fe de su creencia religiosa, pedir perdón de sus culpas y encomendar su alma a la Divinidad, solicita que su cuerpo sea enterrado según en el lugar en que le sobrevenga la muerte. Lo más normal es que acontezca en una de las dos localidades por donde transcurre su vida: Palencia o Elciego. En Palencia solicita ser sepultado en el altar de la Visitación de la Catedral. No se escapa el detalle de que la fiesta de la Visitación, la de su prima Santa Isabel a la Virgen María, era la fiesta patronal de su Villa. Si falleciera en su población natal, a la que acudía con frecuencia, solicita ser enterrado en la Iglesia Parroquial, en la sepultura de su primo Don Joseph Ruiz de Ubago, canónigo que fue de la Iglesia de Santo Domingo de la Calzada. Este detalle muestra que a pesar de las rivalidades entre miembros de los Navarrete y los Ruiz de Ubago, también había grandes amistades y complicidades entre miembros de ambas y emparentadas familias. Si por un casual el fallecimiento ocurriera lejos de estas dos poblaciones tan entrañables para él, deja a sus criados que elijan el lugar donde le den cristiana sepultura.

Siguiendo una costumbre que posteriormente se reproduciría en algún Ruiz de Ubago, es deseo del testador que en el día de su entierro se vistan doce pobres, “a disposición y señalamiento de mis testamentarios”. Esta costumbre la veremos también en algún testamento posterior de algún Ruiz de Ubago.

El rezo de misas por su alma, muy al uso en testamentos de clérigos y legos con posibilidades económicas, lo cifra en mil misas. Quinientas ya estaban fijadas en el Vínculo que ese mismo día y ante el mismo escribano había creado. Y las otras quinientas deja a la voluntad de sus testamentarios, fijando estipendios y gratificaciones.

Una de sus fijaciones a lo largo de su vida fueron los libros. Aparte de lo pautado en el Vínculo con su librería, en este testamento deja 50 Ducados para libros de la facultad de Teología y más concretamente para su querido Colegio de Santa Cruz de Valladolid. Esta voluntad se canalizaría a través del jesuíta Vicente Mascarel, compañero de él en dicho colegio y con el que le unía una entrañable amistad.

La generosidad de Navarrete deja aquí también su huella mandando 50 Ducados para ornamentos y alhajas del culto divino a su Iglesia Parroquial de Elciego, otros 50 Ducados al Hospital de San Antolín de Palencia, otros 50 Ducados para ornamentos y alhajas de culto divino a la ermita de la Virgen de la Plaza de su Villa natal, 1 Real de a ocho de plata para la ermita de San Cristóbal de Laguardia, otro real de aocho para la ermita de San Juan de Ortega de Navaridas y un doblón a la de San Roque de Elciego,

De este testamento se desprende que Don Manuel Aguado, Arcediano del Cerrato de Palencia, fue administrador del canonicato de Navarrete. También se desprende en este párrago que los Aguado Navarrete estaban emparentados con los Navarrete de Elciego, puesto que a Manuel Aguado le denomina “mi primo” . Posteriormente, en 1711, en Elciego se casará su sobrina Tomasa Navarrete Ladrón de Guevara con Manuel Aguado Pardo.

Manda en su testamento que todos sus vestidos y alhajas se repartan entre sus criados, dándole a cada uno una cama de ropa. A la ama, aparte de la ropa de cama, todos los trastos de cocina.

Nombra por albaceas al Provincial de la Orden de San Francisco de Burgo, al Conde de Mansilla y a su yerno, a su primo don Manuel Aguado, al Canónigo Blas de Prado Nestares y a su hermano Gaspar.

Un testamento con los detalles justos ya que ese mismo día, un 14 de agosto, había documentado ante el notario Montero otros dos documentos vitales en la organización de su vida y sus bienes: el Vínculo con las heredades de Elciego y la renuncia al Beneficio en la Iglesia de su Villa natal.

Un agradecimiento especial al Archivo Histórico de Palencia quien tiene en sus archivos estos documentos de Don Manuel Francisco Navarrete y que muy amablemente nos ha dejado consultar y reproducir.

1693.- El Vínculo que fundó el Dr. Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara

Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevarak sortu zuen Vínculo bere hiribilduarekiko xehetasunez betetako dokumentua da. Ondasunen kudeaketan duen gaitasuna eta bere nortasunaren ezaugarri asko ere islatzen ditu. Dokumentu aberatsa da, eta eskerrak eman nahi dizkiogu Palentziako Artxibo Historikoari, ikertzaileei emandako eskuzabaltasunagatik eta tratu adeitsuagatik.

Archivo Histórico Provincial de Palencia

Tras casi ocho años como Canónigo Magistral de la Catedral de San Antolín de Palencia, una de las sedes eclesiásticas más importantes durante varios siglos, el Rey Carlos II nombra al Dr. Navarrete Abad de la Colegiata de la Anunciación de Santander en 1693. La Colegiata era una especie de Catedral de una población importante, con Cabildo propio, pero que no estaba constituida como Diócesis y por tanto no tenía ni territorio ni obispo propio. Era el caso de Santander.

Este encargo, a sus 39 años, supuso en Navarrete un reconocimiento a su trabajo en Palencia y a su valía personal e intelectual. También constituyó una especie de punto de inflexión en su vida, ya que sin conocer el futuro que le esperaba con su ascenso a obispo, elaboró dos documentos importantes: la fundación de un Vínculo y un Testamento.

El Vínculo formado con sus propiedades de Elciego lo redactó y registró en Palencia el 14 de agosto de 1693 ante el escribano Francisco Montero. Para nosotros este documento tiene un valor muy importante y por ese motivo hemos querido elaborar un artículo sobre él en el blog. Es un documento extenso, de 24 páginas y con otros veinticuatro párrafos numerados en los que se recogen los bienes raíces que tenía en Elciego, sus voluntades, sus valores y también sus agradecimientos. Todo muy detallado y muy atado, como buen gestor que era.

Funda este Vínculo porque considera que con las rentas de la Abadía tiene suficiente “congrua” para su sustento y su rango; sin desmerecer el cariño que le profesa a su hermano Gaspar “vecino Regidor Perpetuo de dicha Villa del Ciego y a los muchos beneficios que de él he recibido dignos de toda gratificación de mí propia libre y espontanea voluntad “. Este notable incremento en la economía de Gaspar, junto con otros aspectos sociales y de prestigio, le llevaron a plasmarlo en la nueva construcción de la casa familiar de los Navarrete, que es la actual llamada “Casa de los Hierros” en el inicio de la Calle del Norte.

Antes de nombrar los bienes materiales que quiere vincular, pone como cabeza del Vínculo “la Beca del colegio de Santa Cruz de la ciudad de Valladolid que obtuve en él, la cual tengo en mi poder para que perpetuamente haya memoria y reconocimiento de prenda tan estimable como en mí lo ha sido y será por toda la vida y lo debe ser a mis sucesores en este vínculo”. El título de la Beca no tiene valor económico en sí, pero refleja un gran valor pedagógico para los sucesores. Gracias a esa beca él ha llegado a ocupar esas responsabilidades tan importantes y se ha relacionado con personas que eran de la élite de toda la zona castellana y del norte peninsular. Es una gran lección de vida.

Coloca en un segundo lugar las reliquias que tiene consigo. A lo largo de su vida dará mucha importancia a las reliquias, tanto en la gobernanza de sus diócesis como en las donaciones que posteriormente hizo a la Parroquia de su Villa natal.

Como bienes materiales o raíces detalla 123 obradas de viña repartidas en 16 viñedos, 49 fanegas de tierra de pan labrar distribuidas en 20 piezas y 39 pies de olivos en diferentes viñedos. Todo fruto de la herencia paterna y materna y de otros tíos y parientes. Los detalles de las parcelas nos proporcionan los toponímicos de las mismas; que como veremos, son los mismos que después de tres siglos seguimos utilizando: San Pelayo, Campo del Olivillo, Rioseco, Berdecillo, La Rad, Pelillo Malo, Balduengo, El Cuento, Romaneda, Carraelciego, Carralaguardia, Manizuria, La Salobre, Encima de las Huertas, Reoyos, Cobatilla, Llecapajares, Carralogroño, Valles, Lacerado, Berasquillo, San Vicente, Las Llecas, El Juncal, Entrepeñas, Los Sequeros, Los Barrancos, Garcimoracho y Las Rozas.

A estas tierras clásicas de la agricultura de nuestra zona vincula los 200 ducados que importó la reciente venta de una casa “que yo tenía en la Calle Real que va al Rollo” y una cueva en el Barrio de Barrihuelo con tres cubas de vino. Sobre esta cueva, que era sólo eso, un calao excavado para conservar el vino, encarga al sucesor del Vínculo que al año del fallecimiento de Navarrete, se edifique “un lagar de 50 cargas de cabida y rodear el sitio de paredes y cubrirlo de tejado como están otras linderas”.

Como primer llamado al disfrute del Vínculo pone a su hermano Gaspar, con el que a lo largo de toda su vida va a tener una relación muy personal. Es su otro yo en Elciego al que le otorga plenos poderes para regir cualquier responsabilidad o propiedad de Manuel Francisco en su Villa natal. Le sucederán los hijos varones de Gaspar y en caso de no haberlos, sus hijas. En esa línea sucesoria de varones e hijos de varones deben cumplir la condición de ser legítimos de legítimos matrimonios, excluyendo los naturales, expósitos y “legitimados por beneficio del Príncipe”. Otra condición que pone es que no fueran clérigos ni religiosos. Dentro de la línea de los Navarrete, da preferencia a sus sobrinos Gaspar y Lorenza, continuando la línea sucesoria a través de ellos. En tercer lugar llama a la sucesión al Monasterio de Recoletas Brígidas que hay intención de fundar en Elciego y en caso de que no se fundara, al Colegio de la Compañía de Jesús de Logroño.

La fundación de un Convento o Monasterio de Religiosas Brígidas en Elciego es una idea que se va a mantener desde estos años hasta un siglo más tarde. En ocasiones vinculado a la ermita de la Virgen de la Plaza, como fue la idea de Vicente Ruiz de Ubago Busto en su testamento de 1783. Navarrete dejó en este Vínculo un censo de 500 Ducados para que posteriormente pasara al hipotético Monasterio, con el cumplimiento de 85 misas rezadas y detalladas en los días a celebrar. En caso de que no se instaurara el Monasterio pasaría el censo al Cabildo Eclesiástico de la Parroquia de San Andrés. Si éste no quisiera aceptar el censo con sus cargas, pasaría al Colegio de la Compañía de Jesús de Logroño; y si éste no lo rechazara, ordena que se entregue a uno de los Conventos de Logroño.

La primera condición que pone al sucesor en el Vínculo es la de “alumbrar de día y de noche la lámpara de Nuestra Señora de la Plaza de dicha Villa todas las fiestas de Nuestra Señora y día de San Joseph y todos los días de Apóstol que sean de guardar”. Quiere mantener una tradición de la familia Navarrete, cuya casa siempre ha estado al lado de la ermita, de encargarse del mantenimiento de la lámpara de la Virgen de la Plaza.

En un segundo orden, lo cual da a entender la importancia de este mandato, es el de “repartir una fanega de pan cocido a los pobres todos los días de Nuestra Señora de la Concepción, Pascua de Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo y día de año Nuevo”. Pan que lo repartiría el cura antes o después de la Misa Mayor en la puerta de la ermita de Nuestra Señora de la Plaza.

Los Sucesores en el Vínculo tenían una extensa carga de misas por Manuel Francisco, sus padres y su gente, muy detalladas en fechas y protocolo tanto en la Iglesia Parroquial como en las ermitas de la Virgen y de la Plaza y de San Roque; y si se reconstruyera, también en la de Santa Cruz.

Otro punto en el que se refleja la rectitud de Navarrete en el cumplimiento de las obligaciones y el de estar ajeno a los privilegios, es el referente al de los pagos de los diezmos y primicias. Quiere que se cumpla “como los otros vecinos”. Y en caso de que algún heredero se acogiera a alguna exención o privilegio, ordena que se le excluya del Vínculo y que pase al siguiente si lo hubiera. En caso que no hubiera, que fuera el Cabildo y Beneficiados de la Iglesia de San Andrés los que “gocen y distribuyan el usufructo de los bienes vinculados”

Muchos otros son los detalles de la rectitud y del control del Doctor Navarrete sobre sus bienes y los posibles problemas sucesorios. El documento es extenso y está lleno de matices interesantes.

Para terminar esta aportación nos vamos a referir al de su Biblioteca. A lo largo de su vida dio mucha importancia a los libros, fuente de aprendizaje y de divulgación de las ideas. Navarrete gozó de una nutrida biblioteca, a la que consideraba como otro bien material y que debía conservarse cuando él no existiera. En este Vínculo detalla que su librería de más de 250 cuerpos fuera a parar al Colegio de los jesuítas de Logroño, a cambio de cumplir unos rezos de misas y proporcionar Padre Predicador a su Villa en los días señalados. Todo con hospedaje proporcionado por el tenedor del Vínculo y con importe pecunario concreto. En el documento del Vínculo, como apéndice o anexo, nombra los libros de su Biblioteca clasificándolos en distintos apartados por temas: Teología Escolástica, Filosofía, Escritura, Dogmas, Moral, Historia Humanidad, Predicables y Místicos.

Como decíamos al principio, un Vínculo lleno de matices personales, pedagógicos, afectivos,…que demuestran la personalidad y la capacidad de gestión de una persona muy vinculada con su Villa.

Este documento, al igual que las fotografías del mismo, está extraído del Archivo Histórico de Palencia. Queremos dejar constancia de ello y agradecer al personal que nos atendió, por las facilidades y el trato recibido.

1914, la instalación del Teléfono y el Telégrafo en Elciego

Lehen telefonogunea 1914an ezarri zen gure herrian. Udalbatzaren akta batek eta hura inistalizatu zuen brigadaren esker oneko idazki batek horri buruz hitz egiten digute

Acta Ayuntamiento 30-04-1914

Hace poco más de un siglo comenzaron a funcionar los primeros aparatos para poder comunicarse directamente y a distancia las personas. Los famosos teléfonos que nacieron con una centralita surtida de cables y clavijas y acompañada de una persona (telefonista) armada de una paciencia infinita hasta conseguir establecer la buscada comunicación.

Hoy en día ni hay cables, ni clavijas, ni telefonista a la que solicitar línea, ni tampoco aparatos rígidos con su rueda numérica ni auricular rígido y voluminoso que hemos utilizado hasta hace escasamente un par de décadas.

El teléfono nació de la mano del telégrafo, algo ya desaparecido en nuestros días y que nos mantiene en el recuerdo los telegramas urgentes donde se cifraban mensajes con limitación de espacio.

El inicio de toda esta modernidad en Elciego tuvo lugar en un pleno del Ayuntamiento celebrado el 30 de abril de 1914, bajo la presidencia del entonces Alcalde, Rafael Larrea. Una ley del 14 de Junio de 1909 indicaba que todo pueblo que solicitara la red telegráfica y telefónica obtendría una estación telefónica sin más gasto para el Ayuntamiento que el suministro de los postes necesarios para su implantación desde la estación más próxima. Eso llevaba consigo también un local para colocar la centralita y una persona que se encargara del manejo de las conexiones (las famosas clavijas para establecer la comunicación). El Estado corría con todos los gastos de la instalación a través de la Brigada de Correos y Telégrafos. El acuerdo fue unánime y así se solicitó esa instalación por los bienes que acarreaba a toda la población.

Rápida fue la respuesta del Cuerpo de Telégrafos, ya que para finales de Julio de ese mismo año, estaba instalado el Teléfono Municipal. Una carta del Jefe de la Brigada, Ciriaco Villaescuerna, enviada desde Viana a la Corporación Municipal, nos proporciona interesantes detalles. Escribe “en nombre de toda la Brigada del Cuerpo de Telégrafos que hemos montado ese Teléfono Municipal” trasladando a las autoridades municipales “..que estamos altamente agradecidos del buen comportamiento que tanto Vd como todas sus dependencias ha tenido con este referido Cuerpo en el poco tiempo que los hemos conocido”. De una manera particular quieren agradecer a los patronos donde han estado hospedados “ que son los mandilones, dispenseme si es apodo ese tratamiento”. Continúa el agradecimiento con el halago de que “vemos es un Pueblo de los muchos que conocemos de los que más cultura hemos visto”. Continúa el escrito con un agradecimiento a la Corporación Municipal por la gratificación que debió dar a la Brigada por el trabajo y la buena colaboración que hubo durante los días de la instalación.

Carta de agradecimiento de la Brigada de Correos y Telégrafos

La Centralita funcionó en la Calle del Barco, 7 y allí tenían que acudir las personas que quisieran comunicarse a través de ese aparatoso aparato. Poco a poco fueron modernizándose las instalaciones colocando terminales en algunas casas con la que poder comunicarse a distancia.

En el librito de abonados al Teléfono de 1929 no aparece ningún particular de Elciego que estuviera abonado a ese Servicio. No así en el de 1932, donde aparte de la Centralita Municipal, había 7 vecinos que figuraban oficialmente como abonados a este Servicio.

Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara (I). Etapa entre 1645 y 1699

Este año de 2023 se cumple el tercer centenario del fallecimiento de Don Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara, acontecido en Burgos el 11 de agosto de 1723. Motivo apropiado para que desde este blog tengamos unas páginas dedicadas a uno de los hijos más ilustres de la Villa y un agradecimiento a quien siempre la tuvo presente allí por donde fue.

A lo largo de este segundo semestre de 2023 el Ayuntamiento de Elciego, junto con la Parroquia de San Andrés, están organizando una serie de actos para conmemorar, recordar y agradecer la aportación que el obispo Navarrete hizo a la Villa y a la Fábrica de su Iglesia. Siempre tuvo presente a su villa natal allí en donde estuvo y a lo largo de su vida muchas fueron las aportaciones materiales, didácticas y pecuniarias para el templo parroquial de Elciego. Tampoco han querido estar ajenos a este tercer centenario las cofradías más tradicionales de la Villa: la de San Vicente, la de San Roque y San Gregorio y la de San Andrés. Siempre estuvieron en la mente del obispo Navarrete y también recibieron aportaciones materiales y económicas para su mantenimiento y el de sus ermitas.

La figura del obispo Navarrete es interesante por su ascendente carrera eclesiástica, su huella reformista en los dos obispados que gestionó, su fuerte carácter, su mano generosa en los asuntos materiales,… y porque dejó unas huellas importantes que hoy tratamos de recordar y descubrir. Todas sus actuaciones estuvieron aderezadas con su formación y su carácter enérgico en las decisiones.

Vamos a intentar desglosar su figura y su recorrido en varios capítulos. Aquí va el primero que trata desde sus primeros años hasta llegar al nombramiento de Obispo de Mondoñedo.

1.- Nacimiento y primeros años

El 10 de agosto de 1651, Francisco Navarrete y María Ruiz de Ubago contrajeron matrimonio en la Iglesia Parroquial de San Andrés, tras realizar las proclamas pertinentes y obtener el permiso eclesiástico ya que tenían impedimento de consanguinidad de cuarto grado.

El 18 de abril de 1654 fue bautizado nuestro protagonista con el nombre de Manuel Francisco en la Parroquial de San Andrés a cargo del teniente de cura, el Doctor Don Pedro San Juan Bonilla; por lo que, atendiendo a las costumbres de la época, su nacimiento hubiera tenido lugar ese mismo día o el día anterior.

El nacimiento tuvo lugar en el domicilio familiar, como era costumbre en aquella época y que se prolongó hasta hace apenas cincuenta años. La familia Navarrete Ruiz de Ubago residía en una vivienda ya desaparecida y que estaba ubicada en el mismo lugar en donde está la actual casona denominada popularmente “La Casa de los Hierros”. Esta actual casa palacio fue levantada a finales del XVIII por Gaspar, hermano menor del obispo Navarrete, quien también participó en su construcción, para lo cual tuvieron que derribar el antiguo edificio familiar, en el que precisamente nacieron el propio Manuel Francisco y sus hermanos.

1.1.- El apellido Navarrete Ladrón de Guevara

En todos los documentos escritos sobre la figura de nuestro obispo aparece como Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara. En todos, menos en su partida de bautismo, fechada el 18 de abril de 1654. En este primer registro sobre su vida, aparecen claramente los padres y los abuelos: Francisco Navarrete Esteban y María Ruiz de Ubago Martínez de Olano. Abuelos paternos (Juan Navarrete Iñiguez y María Esteban Canal) y maternos (Francisco Ruiz de Ubago Iñiguez y Clara Martínez de Olano González .

Si nos fijamos en las partidas bautismales de sus hermanos: Juan (1651), un primer Juan Francisco (1652), Gaspar (1656) y un segundo Juan Francisco (1656), los registros de los progenitores y abuelos son los mismos, con estos mismos apellidos. En ninguno de ellos aparece el apellido “Ladrón de Guevara”.

En los registros sacramentales del siglo XVII hasta la década de 1670 no aparece ninguna persona con el apellido Ladrón de Guevara, excepto el de un pariente, tío del padre del arzobispo, beneficiado en la Parroquia y de nombre Juan. Nacido en 1614, se registra en la partida bautismal como hijo de “Francisco Nabarrete Ladrón Guebara” y de Francisca (contrastando con otros registros son Francisco Nabarrete Iñiguez y Francisca Ibáñez). Le veremos en 1637 como padrino en el bautizo de Magdalena Pérez Manso Leongran con la distinción de “clérigo de menores órdenes”. En otras documentaciones de 1639 y 1640 aparece como padrino y como “estudiante” y “clérigo de Evangelio”.

Existe otro Ladrón de Guevara en las partidas bautismales de María Antonia Ladrón de Guevara Ruiz de Ubago (1674) y la de Juana María Ladrón de Guevara Tejada (1677). Ambas hijas de Esteban Ladrón de Guevara Fernández de la Peña, fruto de dos matrimonios no celebrados en Elciego. Esteban Ladrón de Guevara estuvo como boticario en Fuenmayor y en Elciego en la década de 1670. Sus raíces, y por tanto las del apellido, están en Arnedo. Ninguna relación parental con los Navarrete.

¿Por qué esta variación dando fuerza al apellido paterno?. ¿Por qué se pasa a un segundo plano ese apellido tan troncal en la historia de la Villa de Elciego como es el de “Ruiz de Ubago”?. ¿Por qué a lo largo de su etapa de estudiante y en su vida adulta no dio brillo al apellido materno?. Es difícil obtener una respuesta clara y certera, por lo que las hipótesis que aportamos sólamente pueden aproximarnos a entender las claves de este cambio.

No debemos olvidar que en estas décadas y en otras posteriores la ostentación de un apellido largo, compuesto, proporcionaba un empaque de linaje, de familia noble e hidalga; por lo que la obsesión por juntar apellidos, rescatar un posible o iniciar una nueva saga a partir de un personaje con cierta fama, era una práctica de la que no podemos estar ajenos. Puede ser éste el caso de los Navarrete, porque a partir de la década de 1670 van a aparecer en todos los registros matrimoniales de los hermanos, en las partidas de bautismo de la siguiente generación, en los registros académicos y en cualquier otra documentación pública de los Navarrete Ruiz de Ubago, van a aparecer como Navarrete Ladrón de Guevara.

Los Navarrete y los Ruiz de Ubago eran dos de las familias más relevantes de la Villa en el siglo XVII. Varios matrimonios se habían entablado entre las dos familias; en algunos casos llegando a solicitar licencia por parentesco de los contrayentes, como en el caso de los propios padres del futuro obispo. Relaciones familiares estrechas, pero también con sus diferencias y envidias. Una de las fricciones entre los dos clanes venía porque los Ruiz de Ubago, aparte de hacienda y ocupación de puestos de poder civil y eclesiástico, tenían carta de Hidaguía; es decir, documentación oficial de pertenencia a un estamento superior. Los Navarrete eran propietarios importantes y relevantes en la Villa, pero no tenían demostración de Hidalguía. Los primeros acusaban a los segundos de tener mucho poder real, pero que no podían pertenecer al estado de los Hidalgos, ni ocupar cargos propios de este estado, por no tener la Carta Ejecutoria. El hecho que desencadenó rupturas entre varios miembros de ambas familias fue la muerte violenta del clérigo Lucas Ruiz de Ubago Martínez de Olano en 1649, hermano de la madre del posterior Obispo Navarrete. Lucas era joven sin llegar a la treintena, Clérigo de misa y con posesión de un cuarto beneficiado en la Parroquia. “ …hombre mozo y de poca edad y con esperanzas mediante la voluntad de Dios podía ser beneficiado entero y vivir mucho tiempo, con lo cual pudo aumentar a su hacienda”, así se le define en la documentación sobre el esclarecimiento de su fallecimiento. Su “muerte violenta” ocurrió dentro del templo parroquial, por lo que no pudo ser sepultado en la tumba familiar de su interior. Este acontecimiento originó una investigación con enjuiciamiento criminal, acusaciones y las consiguientes detenciones de personas y haciendas. Varias personas del clan Navarrete se vieron afectadas directa o indirectamente. En el proceso de enjuiciamiento salieron a relucir rivalidades entre la madre del futuro obispo y sus cuñadas; acabando en alguna ocasión en riñas, peleas y lesiones físicas importantes. Es muy posible que todo este calvario judicial y enfrentamiento entre miembros de las dos familias afectara emocionalmente al clan Navarrete Ruiz de Ubago y decidieran incorporar a su nomenclatura el apellido Navarrete Ladrón de Guevara. Así se desvincularían del clan Ruiz de Ubago y originaran otra rama con identidad propia.

1.2.- Primeras enseñanzas

La Villa disponía de maestro de primeras letras desde el siglo XVII. Las familias propietarias de la Villa, que eran las que gestionaban los poderes civiles y religiosos de la misma, daban mucha importancia a la formación de los infantes, por lo que buscaban la manera de disponer de recursos públicos para que algún maestro se asentase en la Villa y dieran enseñanza básica a la población infantil.

El futuro Obispo Navarrete recibió sus primeras enseñanzas del “maestre de escuela” Diego Vezares. Vezares no era originario de la Villa, pero se asentó en ella y ejerció la docencia en ella durante más tres décadas. Los registros indican que estuvo desde la mitad de 1640 hasta la de 1675, que es cuando falleció. Su salario más que modesto de 300 reales salía de las partidas de la Fábrica de la Iglesia, y se justificaba por “traer los frutos a la Primicia”. Desconocemos el local utilizado como escuela; pero en la visita del obispado de 1673 se ordena que la ermita de la Virgen de la Plaza “ no sirva de escuela de niños de aquí en adelante por ser cosa indecente y que la Villa señale al maestro otra casa o sitio para este efecto que no sea sagrado.”. Imaginamos al futuro obispo Navarrete recibiendo, junto con los otros niños de la Villa, los primeros conocimientos de lectura y escritura con el maestro Vezares en la ermita de la Virgen de la Plaza.

2.2. Beneficiado de la Parroquia de San Andrés.

Manuel Francisco realiza estudios de un nivel superior y con ellos consigue acceder a las órdenes menores, siendo un joven de apenas catorce años. El tener las órdenes menores le posibilitaba el tomar parte en la oposición para Beneficiado en la Parroquia de San Andrés. En agosto de 1667, el licenciado Don Francisco Ibáñez había dejado vacante el Cuarto de Beneficio por ascenso a otro superior. Seis jóvenes, todos naturales y patrimoniales de la Villa, opositaron a la vacante y fueron evaluados por los examinadores sinodales de la Diócesis. Navarrete quedó como titular del Cuarto de Beneficio. Uno de los opositores, Juan Gómez del Castillo, quien no conforme con la adjudicación, pleiteó el resultado de la Oposición llevándolo hasta la Real Chancillería de Valladolid y e incluso llegó a apelarlo ante la Curia Romana. Manuel Francisco Navarrete tuvo que dar poderes al inicio del año de 1669 a dos procuradores en Roma (Carlos Ghirlandarin y Francisco Bartelari) para que le defendieran en la tenencia del Beneficio. Navarrete mantuvo el Cuarto Beneficio a lo largo de su vida y llegó a tener una relación cordial e incluso estrecha con Gómez del Castillo, quien posteriormente accedió a un Beneficio en la Parroquia. Los Gómez del Castillo era otra de las familias hacendadas de la Villa y con varios de sus vástagos ocupando puestos importantes en el poder civil y religioso .

Firma de 1669

Manuel Francisco estudió Bachiller de Artes en la Universidad de Salamanca en 1674, así lo avala un documento fechado en 1675 en el que da plenos poderes a otra persona para que haga todas las tramitaciones y pagos del curso que realizó el año anterior en la Universidad Real de Salamanca.

1675

En 1676 realiza los estudios superiores de Bachiller en Teología en la Universidad de Irache, por lo que a partir de entonces en todas las referencias aparece como “Licenciado y Beneficiado”. En la partida de bautismo de María Ordóñez Esteban, celebrada en febrero de 1677, aparece con ese tratamiento. Al igual que en en otro documento del año siguiente, en el testamento de su pariente Diego Navarrete, quien nombra por albacea al “Licenciado y Beneficiado Don Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara”.

2.3. Colegio de Santa Cruz de Valladolid y Universidad de Valladolid

Manuel Francisco no se acomoda en su Parroquia de Elciego, sino que sin dejar de pertenecer a ella como clérigo y beneficiado, quiere seguir formándose en lo colegios y universidades más relevantes . En 1680 consigue una beca para estudiar en el prestigioso Colegio Mayor de Santa Cruz de Valladolid. Es el gran paso en la carrera profesional de Navarrete y es también aquí cuando se fragua una relación estrecha y documentada con su hermano Gaspar, al que le da poderes para que gestiones sus asuntos en la Villa.

Poder a su hermano Gaspar

“….doy todo mi poder cumplido al que de derecho en tal caso se requiera y es necesario más puede y debe valer sin ninguna limitación a Don Gaspar de Navarrete Ladrón de Guebara mi hermano vecino de dicha Villa especialmente para que por mí y en mi nombre representando mi persona y como yo mismo lo pudiera hacer hallándome presente pueda parecer y parezca ante cuales quien jueces y justicia así eclesiásticas como seculares y entre ellas Y cualquier pueda pedir y pida y cobre todas y cuales quiera cantidad de maravedíes que se me estuvieren debiendo por cuales quien personas así de réditos de censos como por otras razones y en razón a la cobranza haga todas las diligencias que convengan y de lo que recibiere y cobrase pueda dar y otorgar cualesquier carta de pago finiquitos....”. A lo largo de la vida del obispo Navarrete, su hermano Gaspar será quien gestione a todos los efectos todas las propiedades y derechos en Elciego del Obispo Navarrete.

El colegio Mayor de Santa Cruz era uno de los más prestigiados de la zona norte de la Península y allí acudían hijos de familias notables, sin excluir otros alumnos de familias menos relevantes que por medio de unas becas podían realizar los estudios superiores. El Colegio era estricto en el cumplimiento de sus propias normas, como eran las de no entrar a estudiar en él antes de los 21 años, limpieza de sangre de los estudiantes, no admitir en el mismo año a más de dos de la misma diócesis o el de la propia vestimenta de los colegiales.

El 4 de febrero de 1680, siendo ya Colegial de Santa Cruz, solicita incorporarse al grado de Teología de la Universidad de Valladolild.

Don Manuel de Navarrete colegial del Mayor Santa Cruz digo que estoy graduado de bachiller en la facultad de Teología por la Universidad de Irache según consta del título y testimonio que presento con el juramento necesario en cuya virtud pretendo de incorporarme de dicho grado de Teología por esta Universidad. A vuestra merced suplico mande se me admita a dicha incorporación de dicho grado de Teología que estoy presto de pagar los derechos conforme a Estatutos de ella. Pido Justicia.

  1. Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara.”

La vinculación con la Universidad vallisoletana va a ser intensa a lo largo de su vida. En una de sus primeras actuaciones ya demuestra su fuerte personalidad, sus armazón intelectual y su carácter férreo ante situaciones que se sitúan fuera de la normativa. Había dos cátedras den la Universidad que, según la interpretación de Navarrete, se estaban ocupando de manera irregular. Según las normas los titulares no podían estar más de tres años seguidos y los titulares llevaban más tiempo en su regencia.

Navarrete eleva un escrito al Rey Carlos y al Rector de Valladolid, solicitando que salgan a concurso para tres años. El Claustro de la Universidad se reúne el 7 de noviembre de 1681 y da cumplimiento a la Real Provisión que había llegado. Alegaciones y escritos de los afectados ocasionan debates internos, teniendo como resultado que una de las Cátedras, la de Regencia de Artes, sale a oposición. Tras un proceso de pruebas a los distintos opositores, en enero de 1682 de le da la Cátedra de Regencia de Artes a Manuel Francisco Navarrete. Cátedra que ejercerá desde 1682 hasta 1685, siendo en algún período Vicerrector de dicha Universidad. Durante esta estancia en Valladolid se relacionó con otros colegiales y profesores que luego tuvieron cargos relevantes. Aquí completó su formación intelectual y su estrecha relación con los Jesuítas y Dominicos, que le dejará huella a lo largo de su vida.

Otra huella familiar de esta etapa vallisoletana, será la de su sobrino Manuel Navarrete Ladrón de Guevara, hijo de Gaspar. Este sobrino será también alumno del Colegio Santa Cruz y a partir de 1722 opositará a una plaza de la Universidad, consiguiendo la Cátedra de Instituta o de Código más moderna el 24 de mayo de 1725. Dos años más tarde ocuparía el cargo de Alcalde del Crimen en la Chancillería de Valladolid.

En octubre de 1685 el Claustro de la Universidad declara que la Cátedra de Regencia de Artes queda “vaca” por ascenso del Lzdo Don Manuel Francisco Navarrete a la Canongía Magistral de la Catedral de Palencia.

2.4.- Magistral en Palencia y Abad electo de la Iglesia Colegial de Santander

Tras esta etapa en Valladolid, opositó y ganó la plaza de Canónigo Magistral de la Catedral de Palencia en 1685, un puesto que le supuso proyección profesional en la carrera eclesiástica y que demuestra las dotes intelectuales y formativas de Navarrete. El Magistral era el encargado de las homilías, sermones, defensas argumentales y cualquier otro formato para el que se necesitaba tener dotes de oratoria y buen armazón intelectual.

En una de sus muchas visitas a su Villa natal, en 1689 es padrino de bautismo de Angela Isabel Ibáñez Zuazo, reflejándose en la partida bautismal como “Magistral de la Santa Iglesia de Palencia y Beneficiado en Elciego”.

En 1693 es agraciado con el cargo de Abad Electo de la Iglesia Colegial de Santander, compaginando los trabajos en las dos ciudades y teniendo los dos cargos hasta su consagración como obispo de Mondoñedo en 1699

Ese mismo año de 1693, el 14 de agosto, funda un vínculo y mayorazgo, ante el escribano Francisco Montero, sobre sus posesiones en Elciego. En dicho documento se define como “Abad electo de la Insigne Iglesia Colegial de la Villa de Santander, colegial mayor que fui en el Ilustre y Magnífico Colegio de Santa Cruz de la ciudad de Valladolid y Canónigo magistral de la Santa Iglesia Catedral de esta Ciudad de Palencia”. Como sucesor primero nombra a su hermano Gaspar, residente en la Villa, de la que era Regidor Preheminente. Entre las cargas de este Mayorazgo está el de sufragar perpetuamente el gasto de aceite de la lámpara de la ermita de la Virgen de la Plaza , la de dar limosna de pan a los pobres de la Villa en varias festividades, la de sufragar los gastos de quinientas misas rezadas que se debían decir y que se entregasen varias cargas a la Parroquia de San Andrés de su villa natal y al Convento de Capuchinos de Laguardia. El Mayorazgo estaba constituido con los bienes muebles y raíces que le pertenecían por sus legítimas paterna y materna, más lo heredado de su tío el licenciado Juan de Navarrete y de Diego Navarrete y María Laguna, esposos. Aparte de las piezas de pan, viñas, corrales, olivares y la cueva con tres cubas añadió dos elementos con una fuerte carga emotiva para él. Uno el título de la beca que obtuvo para poder estudiar en el Colegio de Santa Cruz de Valladolid “para que perpetuamente haya memoria y reconocimiento de prenda tan estimable como en mí lo ha sido y será por toda mi vida y lo debe ser a mis sucesores en este vínculo” y un relicario consistente en “dos tablas de reliquias, que se abre y cierra de media bara en largo y casi tercia de ancho con muchas reliquias y una tabla que tiene en medio un hueso crecido del glorioso San Martín y un Lignum Crucis pequeño e lo alto de ella y en medio otro Lignum Crucis crecido como medio dedo en largo con los testimonios y papeles que hay de ser verdadera reliquia”. También especificó que un padre jesuíta debería “hacer misión todos los años en dicha Villa en el tiempo que hay desde el día de Nuestra Señora de Agosto al de San Mateo, o pasados los Reyes en lo restante del mes de enero, antes de la Cuaresma. Y así mismo con la de enviar predicador todos los años en las fiestas de la Natividad de Nª Sra y de San Joseph, esposo de la Virgen y los años que su fiesta cayere en Domingo de Cuaresma, Semana Santa o Semana de Pascua, se conmute el sermón de dicho día de San Joseph en ir a predicar el día de la Asunción de Ntra Sª. Y al Padre Predicador que fuere de dicho colegio además de hospedarle el poseedor de este Vínculo le dé un Real de a ocho en plata de limosna por cada sermón por los días de mi vida mientras no percibieren la librería o entraren en la sucesión de dicho Vínculo, porque es mi voluntad que después de mis días sólo quiero obligarles al hospedaje de un día natural

Durante esta etapa Navarrete poseía una biblioteca importante, con unos 250 volúmenes que analizaremos en otro capítulo dedicado a su biblioteca personal, ya que para él constituía un bien mueble, al igual que otro tipo de propiedad.

Posiblemente su etapa en Palencia y su prestigio personal en la sociedad palentina influirían en el posterior matrimonio de su sobrina Tomasa Navarrete Ladrón de Guevara Olarte, hija de Gaspar, con Fernando Aguado Pardo, natural de Pedrosa del Príncipe, y que se celebró en Elciego en diciembre de 1711. Los hijos de este matrimonio consiguieron carta de Hidalguía con el consiguiente escudo de armas en 1746. Los Aguado Pardo estaban emparentados con Fray Juan Del Molino Navarrete, quien fue obispo de Palencia entre 1671 y 1684.

Durante su estancia como Abad en la Colegiata santanderina, en 1697 modificó el antiguo crucero y el presbiterio, haciendo un ábside único y recto. Esta modificación se mantuvo hasta que el incendio de 1941 asoló el edificio y hubo que realizar una reforma completa.

I

III Centenario del fallecimiento del Arzobispo D. Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara

Aurten, Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara Eltziegoko semearen heriotzaren III. mendeurrena ospatzen ari gara. Seme horrek irmotasunez kudeatu zituen bere erlijio-ardurak eta beti izan zuen gogoan bere hiribildua.

Este año conmemoramos el III Centenario del fallecimiento de Don Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara. Iniciaremos en el blog una serie de artículos sobre el recorrido de su vida y su figura. Sirva como inicio este artículo que se ha publicado en el Programa de Fiestas de Elciego de 2023.

DON MANUEL FRANCISCO NAVARRETE LADRÓN DE GUEVARA

“ HIJO NATURAL Y PATRIMONIAL DE LA VILLA DE ELCIEGO”

   A lo largo de este segundo semestre se están realizando varios actos para conmemorar el tercer centenario del fallecimiento de este hijo ilustre de Elciego. Nacido en nuestra Villa en 1654, falleció en Burgos en 1723, tras una brillante carrera eclesiástica que dejó su huella allí por donde estuvo y en su propia Villa natal.

   El recorrido vital lo inicia en su Villa en 1654 en el seno de una de las familias más notables de la reciente Villa: los Navarrete. Familia que estaba emparentada con las más acaudaladas e influyentes de Elciego en el siglo XVII: los Ruiz de Ubago, los Ibáñez, los San Juan Bonilla, los Pérez Zuazo….

   Inicia su formación con el maestro de letras de la Villa, Diego Bezares, tal como era costumbre y obligación a partir de los cinco años. Su mente despierta para el estudio, junto con el atractivo personal y familiar de la carrera eclesiástica, le llevan a realizar los estudios para obtener las órdenes clericales, licenciándose en Bachiller Teológico en la Universidad de Irache. Habiendo recibido las órdenes menores, opta a ´la vacante de un cuarto de Beneficio en la Parroquial de San Andrés Apóstol de su villa natal. Esto le lleva a tomar parte del Cabildo eclesiástico de la Parroquia, no sin tener que afrontar pleitos sobre la posesión de ese Beneficiado, algo muy común entre los opositores a los Beneficios Parroquiales.

 En 1675 inicia su andadura por tierras castellanas en la Universidad de Salamanca, estudiando Bachiller en Artes. En diversos documentos de la Villa de estos años aparece como “Licenciado y Beneficiado”.

   En 1678 consigue entrar como alumno becado en el Colegio Mayor de Santa Cruz de Valladolid, uno de los centros más prestigiosos de formación al que acudían los hijos de las élites castellanas. Esta marcha a Valladolid le lleva a nombrar a su hermano Gaspar como apoderado para todos los efectos legales e incluso para el cobro del Beneficio de la Parroquia de Elciego. Sus estudios superiores en Valladolid y su prestigio intelectual y académico van a originar una relación especial entre Navarrete y la ciudad de Valladolid. En 1682 fue Catedrático de Artes en su Universidad; de la que llegó a ser Vicerrector de ella.

   En 1687 obtiene por oposición la plaza de Magistral en la Catedral de Palencia. El Magistral era el encargado de oficiar los sermones, con lo que nos revela las buenas dotes intelectuales y de oratoria de Navarrete. En una partida de bautismo de 1689, en la que apadrina a Angela Isabel Ibáñez Pérez Zuazo, se le describe como “Magistral de la Santa Iglesia de Palencia y Beneficiado en Elciego”.

    En 1693 le vemos en Santander como Abad en la Colegiata de la Anunciación de la Virgen. Su vida transcurre entre Santander, Palencia y Elciego, dejando buena huella de su sólida formación y sus buenas habilidades para la gestión y la comunicación.

    Su prestigio va en aumento y a principios de Julio de 1699 el rey Carlos II le propone al Papa Inocencio XII como obispo para la sede de Mondoñedo. La consagración episcopal la recibe en la Iglesia de San Francisco de Valladolid el 30 de agosto de 1699 de manos del Obispo de esta ciudad, Diego de la Cueva, asistido por los de Palencia y Salamanca. Litúrgico y protocolario el nuevo obispo Navarrete, quiso unir en este acto, las ciudades por las que había transitado su carrera eclesiástica: Salamanca, Palencia y Valladolid.

   El 21 de septiembre de 1699 toma posesión del obispado de Mondoñedo y al mes siguiente ya comienza una relación tensa con el Cabildo de la Catedral y con otros clérigos muy aferrados a su parcela de poder. Su interés por regular y poner al día las Constituciones de la Catedral, la organización de la diócesis y el propio comportamiento abusivo y heterodoxo de parte de su clero, le llevan a varios pleitos que terminan en el Tribunal Metropolitano de Santiago, en la Audiencia de La Coruña y en el propio Tribunal de la Nunciatura. El Obispo Navarrete tiene fuerte personalidad, ideas claras y prestigio moral e intelectual para afrontar con firmeza estos conflictos.

   La lejanía en tierras gallegas no le alejan de sus raíces en tierras riojanas. Por sucesión en las cláusulas del Vínculo de Gracia Iñiguez, disfrutaba de sus bienes y cumplía los compromisos. Lo mismo ocurría con su Beneficiado en la Iglesia de su Villa natal. Había dado plenos poderes a su hermano Gaspar para realizar las operaciones necesarias en el día a día; pero él seguía dirigiendo las riendas desde su obispado de Mondoñedo.  En 1702 dona las rentas y frutos de su Beneficio de Elciego a la propia Fábrica de la Iglesia de San Andrés y a las ermitas de Santa Cruz y San Vicente, para que realicen los reparos necesarios. No son partidas económicas genéricas, sino que tienen finalidades concretas: enlosar la Iglesia, acabar y cubrir el costado de la Iglesia donde se encuentra “la puerta falsa” a fin de que se puedan guardar los trastos del Monumento del Jueves Santo ( actualmente la parte donde está ubicada la caldera de la calefacción), construir otro altar colateral  para dar más decencia y decoro al interior del templo, encajonamiento del exterior ( lo que hoy llamamos el Losao) y para la construcción de un nuevo órgano. En el caso de la ermita de Santa Cruz la finalidad es levantarla desde sus cimientos y colocarle altar, puerta y cerradura “para celebrar con decencia el Santo Sacrificio de la misa y acudir a ella en las Procesiones”, tal como recordaba él en su niñez. En el caso de la de San Vicente, dona los dineros sobrantes para la reparación del edificio. Respecto a esta ermita, el obispo Navarrete le tiene gran cariño porque considera que fue “iglesia parroquial de dicha Villa y en ella había pila bautismal “. Su hermano Gaspar, que está construyendo una nueva casa familiar en Elciego, con ayuda económica del hermano obispo, hace plasmar en la esquina principal el escudo familiar adornado con la simbología episcopal.

  En 1705 el Rey Felipe V propone a Navarrete para  Arzobispo de Burgos, uno de los ocho arzobispados del Reino. Aparte de la valía intelectual y personal del obispo Navarrete,  también tuvo su influencia la fidelidad al propio monarca Felipe V. Este Borbón había accedido a la corona tras un conflicto bélico y los Ruiz de Ubago apoyaron personalmente el bando del nuevo monarca.  La ocupación de la silla arzobispal por un hijo de la Villa constituyó un acontecimiento de suma importancia en la Villa; así se refleja en el acuerdo municipal del 21 de Mayo de 1705 donde se acuerda celebrar  “una corrida de seis toros y un árbol de fuego y los cohetes necesarios y demás adherentes”.

    Desde este cargo con mayor dotación económica, mayor poder terrenal (era miembro del Consejo Real) e incluso con mayor cercanía a su villa natal, el ahora arzobispo Navarrete, más que nunca,  tiene presente a su Villa. Dona a la Iglesia de San Andrés una cantidad importante de 3.000 ducados de vellón para que haga una colgadura decente para cubrir la pared desde la cornisa hasta la puerta de la Sacristía y ayudar a dorar el retablo. A cambio la Fábrica de la Iglesia estará obligada a decir perpetuamente tres misas cantadas al año.

   En estos años se realiza el encajonado y enlosado de piedra de la entrada de la Iglesia. La obra se amplia y encarece hasta un presupuesto de más de nueve mil reales. El obispo Navarrete había dejado un dinero para ello, pero los dineros que faltan para ello los libra el Mayordomo del Arzobispo desde Santillana en 1709: 2.976 reales.

   En Burgos, el Arzobispo Navarrete deja su impronta personal y pastoral. La Archidiócesis de Burgos, que incluía en ella los obispados de Calahorra, Palencia, Pamplona, Santander y Tudela, aunque más ordenada y regulada que la de Mondoñedo, tampoco estaba exenta de comportamientos poco ortodoxos. En todos estos casos también intervino con firmeza y con sustento legal y argumental, aunque tuviera que litigar en tribunales civiles y eclesiásticos.

   Su afán por las mejoras prácticas y artísticas de los edificios religiosos se manifiesta también en la propia Catedral de Burgos. Mandó instalar a su costa dos grandes rejas de bronce en el crucero de la Catedral y dos púlpitos. Otra reforma importante fue la transformación de la Capilla de Santa Catalina en Sacristía de la Catedral de Burgos. Eso supuso una fuerte inversión económica en su decoración y mobiliario, a lo que añadió una colección de 120 cuadros de todos los prelados que le precedieron. Trabajo que se lo encargó al pintor vizcaino Nicolás de la Cuadra. Dentro de este encargo  estaban dos cuadros (el martirio de los santos Manuel, Sabelio e Ismael y el del Martirio de Santa Margarita) para el altar lateral de la Iglesia de Elciego.

   En Arcos de la Llana, población a unos 20 kilómetros de Burgos, el arzobispado tenía desde el siglo XVI una residencia veraniega que estaba en situación muy deteriorada. El Arzobispo Navarrete manda su reconstrucción y adorna la fachada con su propio escudo arzobispal.

  Navarrete siempre dio importancia a los estudios universitarios y a la formación intelectual de los jóvenes, ya que luego serían los gestores de los cargos civiles y eclesiásticos. En 1712 ofrece a la Universidad de Valladolid fundar una Cátedra de Teología dedicada a Scoto y otra llamada “De la Compañía”, por su estrecha relación con los jesuitas. Para ello ofreció a la Universidad 7.000 ducados más otros 1.000 que se necesitaron para construir un salón de cátedra, ante la escasez de locales que tenía la Universidad. Como consecuencia de esta reforma arquitectónica  se tuvo que hacer un nuevo planteamiento de fachada de la Universidad, cambiándola de ubicación y dando lugar a la actual.

   Desde su sede burgalesa, el Arzobispo Navarrete continuó teniendo presente a su Villa y de una manera especial a la Iglesia de San Andrés Apóstol. Fue enviando numerosas reliquias y ornamentos para su decoro y enriquecimiento para   ”mayor decencia de la Iglesia Parroquial…como expresión de su afecto y devoción”. En 1717 envió las de los Mártires de Cardeña acompañadas de una bula papal, acontecimiento que fue celebrado en Elciego con “danzantes, gaitero y atabalero”, seis docenas de cohetes y predicador. La Junta Parroquial acordó celebrar todos los años esta fiesta el seis de agosto e hicieron los trámites burocráticos para que tuviera en la Villa el rango de fiesta de guardar. Así se siguió celebrando en los años sucesivos. En 1722 se gastaron de las arcas municipales 215 reales: 90 al predicador, 35 al gaitero, 8 a los danzantes, 6 al tambor y 76 para los cohetes y ruedas de dicha función. Las reliquias de los Mártires de Cardeña, junto con los cuadros encargados al pintor Nicolás de la Cuadra sobre este martirio, dieron lugar a un altar lateral en el templo parroquial que lleva su nombre y su impronta.

   En 1720 el Arzobispo Navarrete publica una polémica obra contraria a las tesis defendidas por el Obispo de Bayona, uno de los integrantes de la controversia jansenista en Francia y amparada por el monarca francés.

  El 11 de agosto de 1723 falleció en Burgos, donde se le enterró en el interior de la Catedral.

¿Por qué es importante de celebremos este tercer centenario?

   Como bien indicaron nuestros antepasados, Don Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara era “hijo natural y patrimonial de la Villa”. Un título merecido porque contribuyó muy activamente en la mejora y ornamentación de la Iglesia Parroquial junto con el mantenimiento de las ermitas de San Vicente y la de Santa Cruz; aunque la ejecución de la obra de esta última, para la que destinó dinero, no se llevó a cabo. Fue una figura importante en la Iglesia del siglo XVIII, tanto en los aspectos formativos de la Universidad como en los de la gestión , mejora y reforma de las diócesis de Mondoñedo y Burgos. Y en todos los lugares por donde estuvo, siempre tuvo presente a su Villa.

   Es importante que interpretemos aspectos visibles e identificables con su persona que hoy en día tenemos en Elciego como pueden ser la llamada “Casa de los hierros”, con su escudo esquinero adornado con las borlas, capelo y la cruz de obispo. El altar lateral de la Iglesia con su escudete bajo los cuadros por él encargados  y que lleva su nombre. Los Víctor pintados en la portada de la Iglesia  que conmemoran su nombramiento de Obispo. Y cómo no, el cuadro que Matías Garrido pintó en 1762 por encargo del Cabildo para su Iglesia y que siempre ha tenido un lugar visible en la Sacristía de la misma (el famoso “mirón” que tanta intriga causa en la chavalería cuando se les dice que estés en donde estés, siempre te está mirando). Si vamos a tierras burgalesas, en su catedral está la Capilla de Santa Catalina con los cuadros encargados y el escudo del Arzobispo Navarrete tallado en madera en dos lugares del artístico mobiliario. Y nos acercamos al edificio ya erosionado de los Arcos de la Llana, el escudo del Arzobispo está aún visible en la fachada del edificio.

   Bajo la sombra del Arzobispo hay otros objetos, ornamentaciones, obras importantes que no llevan grabado su nombre o su escudete, pero que son fruto de su interés y dedicación. En la Villa está la aportación para la fabricación de un nuevo órgano, para el dorado del Retablo Mayor, la cantidad de reliquias y alhajas que conservamos y que fueron enviadas por él. Su interés por rehacer la ermita de Santa Cruz y mantener la de San Vicente. En la Universidad de Valladolid, en los archivos y en los escritos,  está el recuerdo de sus cátedras y hasta el del motivo por el que se hizo la actual fachada principal. Lo mismo ocurre en la Catedral de Mondoñedo, donde se cobija una historia de esta diócesis que él redactó, pero que lleva la autoría de su secretario.  También en el Archivo de la Catedral de Burgos hay buena huella de la generosidad y del buen hacer del Arzobispo Navarrete.  El legado de su biblioteca con “más de 200 cuerpos” a los Jesuitas, posteriormente reclamada por el Ayuntamiento de Elciego al ser expulsados en 1767, es otra muestra más del prestigio intelectual y de la huella que fue dejando el Arzobispo Navarrete.

    Es bueno y necesario que sigamos transmitiendo ese legado oral de la figura del “Arzobispo de Burgos” que tantas veces hemos oído y que tan asociada está su figura a la Villa de Elciego. Con los actos de la conmemoración de este tercer centenario de su fallecimiento, refrescamos su memoria y aprendemos detalles desconocidos que transmitiremos oralmente a nuestra gente. Todo ello contribuye a enriquecer ese “patrimonio intangible” que tan positivo es y tanto se refleja en la calidad humana de los pueblos.

   Como reflexión personal quisiera apuntar la importancia de la educación-formación en las poblaciones. En Elciego, ya en la época del Arzobispo Navarrete, había “Maestro de letras” que enseñaba la lectura, la escritura y los números a los infantes. Eso traía consigo que la población analfabeta era escasa; incluso estaba mal vista. Varios de estos muchachos tenían aptitudes para el estudio y, si las posibilidades económicas de las familias eran propicias o el apoyo de un Vínculo, Mayorazgo o particulares contribuía a ello, vemos que había hijos de la Villa estudiando en Irache, Valladolid, Salamanca o Alcalá de Henares en los siglos XVII y XVIII. Esta sólida formación tenía su repercusión en las decisiones de los gobernantes civiles y eclesiásticos de la Villa.

    Lo que tenemos ahora, y de una manera particular cuando mostramos a la gente que nos visita los rincones y los edificios de la Villa, se asombran de la calidad y el nivel artístico en relación con una población tan pequeña. Todo esto se ha debido en gran parte a que las personas que han regido los distintos estamentos de la Villa han sido personas formadas.

    Nuestros antepasados tuvieron muy presente la figura del Arzobispo Navarrete como benefactor. Nosotros queremos aprovechar este año para divulgar su figura, refrescar nuestras memorias y que la Villa en 2023 también le tenga presente y le agradezca tal como se hizo en décadas anteriores.

   No podemos terminar esta aportación sin valorar muy positivamente que en la divulgación de este tercer centenario estén unidos el Ayuntamiento de la Villa, la Parroquia y las tres Cofradías históricas de ella ( San Andrés, San Roque y San Vicente).

Jesús Fernández Ibáñez

(Más datos sobre la biografía del Arzobispo Navarrete en el blog “elciegohistorico”)

El Himno a los Fueros de Navarra de Cipriano Rosáenz

1894an, «gamazada» izeneko herri-matxinadaren ondoren, Cipriano Rosaenzek mugimendu horrekin bat egin zuen, Foruen konposizioarekin eta Nafarroako Diputazioari eskainita.

   A lo largo de estas dos últimas centurias, varios han sido los autores que han dedicado himnos a los Fueros, de una manera especial a la Diputación de Navarra.  Centrándonos en Cipriano Rosáenz, el organista que pasó por Elciego dejando una huella imborrable, también continuó dejando manifestaciones dignas de recordar en tierras vizcaínas.En el blog dejamos constancia de ello, y también continuaremos dejando composiciones y detalles de la vida y obra de este entusiasta músico, que supo transmitir su ilusión y su vitalidad allí por donde pasó.  En 1893 y 1894 hubo un acontecimiento histórico y político de amplia repercusión en Navarra: la denominada “gamazada”. Una reacción popular contra el ministro de Hacienda Germán Gamazo, por su intento de suprimir el régimen fiscal foral de Navarra, fruto de la Ley Paccionada de 1841. A este revuelo institucional y popular se sumaron  en 1894 dos compositores poniendo música a un texto de Olóriz: Joaquín Larregla y Cipriano Rosáenz. El primero con su “Himno a Navarra” y el segundo con su “Himno a los Fueros”, ambos con el mismo texto de Olóriz.

 Blandid los aceros a Dios invocad,

que vivan los fueros navarros, gritad

Morir es mejor que humillar

en el polvo la frente perdido el honor.

Navarra, patria de héroes

tú que supiste ser en tus empresas grande,

a tus deberes fiel,

no sufras la coyunda de vergonzosa ley

ni gimas como esclava cuando eras reina ayer.

   La composición de Rosáenz fue publicada por la Casa de música Louis E. Dotesio de Bilbao. Un arreglo para piano y canto bajo el título “Himno a los Fueros” y dedicado a la Exma. Diputación de Navarra.        Aportamos también una carta manuscrita de Rosáenz dirigida al Presidente de la Diputación de Navarra ofreciéndole su composición.  

Excmo Sr. Presidente de la Diputación de NavarraBilbao 24 de febrero de 1894 Excmo Sr:Eustus casta como el que más de los venerandos fueros que desde tiempo inmemorial disfruta esa Noble Provincia, no pude menos de ver con indignación el ataque que en épocas recilutas han sufrido de manos sacrílegas.Así que, tan pronto como llegó a mis manos el hermoso cuanto belicoso himno que el ilustre poeta de ésa, Sr. Olóriz, dio a la publicitas, me inspiré en su letra, y, aunque indique de profanar tan notable producción, me atreví a componer un “Himno musical a los Fueros de Navarra” que al propio tiempo que sirva de exposición al alma, contribuya a mantener vivo en sus hijos el amor a tan santas instituciones.Y como V.E. con su enérgico y acertado proceder ha sabido defender vigorosamente las prorrogativas de que goza ese bizarro pueblo, tan dignamente representado, a nadie he creído más acreedor que a esa Excma Diputación para dedicar esta humilde composición, nacida de la admiración y respeto que esa comarca y sus fueros me merecen.Dígnese, pues, admitir V.E. este insignificante testimonio de veneración, con lo que se verán satisfechos los deseos de S.S.S….Cipriano Rosáenz

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