Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara (I). Etapa entre 1645 y 1699

Este año de 2023 se cumple el tercer centenario del fallecimiento de Don Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara, acontecido en Burgos el 11 de agosto de 1723. Motivo apropiado para que desde este blog tengamos unas páginas dedicadas a uno de los hijos más ilustres de la Villa y un agradecimiento a quien siempre la tuvo presente allí por donde fue.

A lo largo de este segundo semestre de 2023 el Ayuntamiento de Elciego, junto con la Parroquia de San Andrés, están organizando una serie de actos para conmemorar, recordar y agradecer la aportación que el obispo Navarrete hizo a la Villa y a la Fábrica de su Iglesia. Siempre tuvo presente a su villa natal allí en donde estuvo y a lo largo de su vida muchas fueron las aportaciones materiales, didácticas y pecuniarias para el templo parroquial de Elciego. Tampoco han querido estar ajenos a este tercer centenario las cofradías más tradicionales de la Villa: la de San Vicente, la de San Roque y San Gregorio y la de San Andrés. Siempre estuvieron en la mente del obispo Navarrete y también recibieron aportaciones materiales y económicas para su mantenimiento y el de sus ermitas.

La figura del obispo Navarrete es interesante por su ascendente carrera eclesiástica, su huella reformista en los dos obispados que gestionó, su fuerte carácter, su mano generosa en los asuntos materiales,… y porque dejó unas huellas importantes que hoy tratamos de recordar y descubrir. Todas sus actuaciones estuvieron aderezadas con su formación y su carácter enérgico en las decisiones.

Vamos a intentar desglosar su figura y su recorrido en varios capítulos. Aquí va el primero que trata desde sus primeros años hasta llegar al nombramiento de Obispo de Mondoñedo.

1.- Nacimiento y primeros años

El 10 de agosto de 1651, Francisco Navarrete y María Ruiz de Ubago contrajeron matrimonio en la Iglesia Parroquial de San Andrés, tras realizar las proclamas pertinentes y obtener el permiso eclesiástico ya que tenían impedimento de consanguinidad de cuarto grado.

El 18 de abril de 1654 fue bautizado nuestro protagonista con el nombre de Manuel Francisco en la Parroquial de San Andrés a cargo del teniente de cura, el Doctor Don Pedro San Juan Bonilla; por lo que, atendiendo a las costumbres de la época, su nacimiento hubiera tenido lugar ese mismo día o el día anterior.

El nacimiento tuvo lugar en el domicilio familiar, como era costumbre en aquella época y que se prolongó hasta hace apenas cincuenta años. La familia Navarrete Ruiz de Ubago residía en una vivienda ya desaparecida y que estaba ubicada en el mismo lugar en donde está la actual casona denominada popularmente “La Casa de los Hierros”. Esta actual casa palacio fue levantada a finales del XVIII por Gaspar, hermano menor del obispo Navarrete, quien también participó en su construcción, para lo cual tuvieron que derribar el antiguo edificio familiar, en el que precisamente nacieron el propio Manuel Francisco y sus hermanos.

1.1.- El apellido Navarrete Ladrón de Guevara

En todos los documentos escritos sobre la figura de nuestro obispo aparece como Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara. En todos, menos en su partida de bautismo, fechada el 18 de abril de 1654. En este primer registro sobre su vida, aparecen claramente los padres y los abuelos: Francisco Navarrete Esteban y María Ruiz de Ubago Martínez de Olano. Abuelos paternos (Juan Navarrete Iñiguez y María Esteban Canal) y maternos (Francisco Ruiz de Ubago Iñiguez y Clara Martínez de Olano González .

Si nos fijamos en las partidas bautismales de sus hermanos: Juan (1651), un primer Juan Francisco (1652), Gaspar (1656) y un segundo Juan Francisco (1656), los registros de los progenitores y abuelos son los mismos, con estos mismos apellidos. En ninguno de ellos aparece el apellido “Ladrón de Guevara”.

En los registros sacramentales del siglo XVII hasta la década de 1670 no aparece ninguna persona con el apellido Ladrón de Guevara, excepto el de un pariente, tío del padre del arzobispo, beneficiado en la Parroquia y de nombre Juan. Nacido en 1614, se registra en la partida bautismal como hijo de “Francisco Nabarrete Ladrón Guebara” y de Francisca (contrastando con otros registros son Francisco Nabarrete Iñiguez y Francisca Ibáñez). Le veremos en 1637 como padrino en el bautizo de Magdalena Pérez Manso Leongran con la distinción de “clérigo de menores órdenes”. En otras documentaciones de 1639 y 1640 aparece como padrino y como “estudiante” y “clérigo de Evangelio”.

Existe otro Ladrón de Guevara en las partidas bautismales de María Antonia Ladrón de Guevara Ruiz de Ubago (1674) y la de Juana María Ladrón de Guevara Tejada (1677). Ambas hijas de Esteban Ladrón de Guevara Fernández de la Peña, fruto de dos matrimonios no celebrados en Elciego. Esteban Ladrón de Guevara estuvo como boticario en Fuenmayor y en Elciego en la década de 1670. Sus raíces, y por tanto las del apellido, están en Arnedo. Ninguna relación parental con los Navarrete.

¿Por qué esta variación dando fuerza al apellido paterno?. ¿Por qué se pasa a un segundo plano ese apellido tan troncal en la historia de la Villa de Elciego como es el de “Ruiz de Ubago”?. ¿Por qué a lo largo de su etapa de estudiante y en su vida adulta no dio brillo al apellido materno?. Es difícil obtener una respuesta clara y certera, por lo que las hipótesis que aportamos sólamente pueden aproximarnos a entender las claves de este cambio.

No debemos olvidar que en estas décadas y en otras posteriores la ostentación de un apellido largo, compuesto, proporcionaba un empaque de linaje, de familia noble e hidalga; por lo que la obsesión por juntar apellidos, rescatar un posible o iniciar una nueva saga a partir de un personaje con cierta fama, era una práctica de la que no podemos estar ajenos. Puede ser éste el caso de los Navarrete, porque a partir de la década de 1670 van a aparecer en todos los registros matrimoniales de los hermanos, en las partidas de bautismo de la siguiente generación, en los registros académicos y en cualquier otra documentación pública de los Navarrete Ruiz de Ubago, van a aparecer como Navarrete Ladrón de Guevara.

Los Navarrete y los Ruiz de Ubago eran dos de las familias más relevantes de la Villa en el siglo XVII. Varios matrimonios se habían entablado entre las dos familias; en algunos casos llegando a solicitar licencia por parentesco de los contrayentes, como en el caso de los propios padres del futuro obispo. Relaciones familiares estrechas, pero también con sus diferencias y envidias. Una de las fricciones entre los dos clanes venía porque los Ruiz de Ubago, aparte de hacienda y ocupación de puestos de poder civil y eclesiástico, tenían carta de Hidaguía; es decir, documentación oficial de pertenencia a un estamento superior. Los Navarrete eran propietarios importantes y relevantes en la Villa, pero no tenían demostración de Hidalguía. Los primeros acusaban a los segundos de tener mucho poder real, pero que no podían pertenecer al estado de los Hidalgos, ni ocupar cargos propios de este estado, por no tener la Carta Ejecutoria. El hecho que desencadenó rupturas entre varios miembros de ambas familias fue la muerte violenta del clérigo Lucas Ruiz de Ubago Martínez de Olano en 1649, hermano de la madre del posterior Obispo Navarrete. Lucas era joven sin llegar a la treintena, Clérigo de misa y con posesión de un cuarto beneficiado en la Parroquia. “ …hombre mozo y de poca edad y con esperanzas mediante la voluntad de Dios podía ser beneficiado entero y vivir mucho tiempo, con lo cual pudo aumentar a su hacienda”, así se le define en la documentación sobre el esclarecimiento de su fallecimiento. Su “muerte violenta” ocurrió dentro del templo parroquial, por lo que no pudo ser sepultado en la tumba familiar de su interior. Este acontecimiento originó una investigación con enjuiciamiento criminal, acusaciones y las consiguientes detenciones de personas y haciendas. Varias personas del clan Navarrete se vieron afectadas directa o indirectamente. En el proceso de enjuiciamiento salieron a relucir rivalidades entre la madre del futuro obispo y sus cuñadas; acabando en alguna ocasión en riñas, peleas y lesiones físicas importantes. Es muy posible que todo este calvario judicial y enfrentamiento entre miembros de las dos familias afectara emocionalmente al clan Navarrete Ruiz de Ubago y decidieran incorporar a su nomenclatura el apellido Navarrete Ladrón de Guevara. Así se desvincularían del clan Ruiz de Ubago y originaran otra rama con identidad propia.

1.2.- Primeras enseñanzas

La Villa disponía de maestro de primeras letras desde el siglo XVII. Las familias propietarias de la Villa, que eran las que gestionaban los poderes civiles y religiosos de la misma, daban mucha importancia a la formación de los infantes, por lo que buscaban la manera de disponer de recursos públicos para que algún maestro se asentase en la Villa y dieran enseñanza básica a la población infantil.

El futuro Obispo Navarrete recibió sus primeras enseñanzas del “maestre de escuela” Diego Vezares. Vezares no era originario de la Villa, pero se asentó en ella y ejerció la docencia en ella durante más tres décadas. Los registros indican que estuvo desde la mitad de 1640 hasta la de 1675, que es cuando falleció. Su salario más que modesto de 300 reales salía de las partidas de la Fábrica de la Iglesia, y se justificaba por “traer los frutos a la Primicia”. Desconocemos el local utilizado como escuela; pero en la visita del obispado de 1673 se ordena que la ermita de la Virgen de la Plaza “ no sirva de escuela de niños de aquí en adelante por ser cosa indecente y que la Villa señale al maestro otra casa o sitio para este efecto que no sea sagrado.”. Imaginamos al futuro obispo Navarrete recibiendo, junto con los otros niños de la Villa, los primeros conocimientos de lectura y escritura con el maestro Vezares en la ermita de la Virgen de la Plaza.

2.2. Beneficiado de la Parroquia de San Andrés.

Manuel Francisco realiza estudios de un nivel superior y con ellos consigue acceder a las órdenes menores, siendo un joven de apenas catorce años. El tener las órdenes menores le posibilitaba el tomar parte en la oposición para Beneficiado en la Parroquia de San Andrés. En agosto de 1667, el licenciado Don Francisco Ibáñez había dejado vacante el Cuarto de Beneficio por ascenso a otro superior. Seis jóvenes, todos naturales y patrimoniales de la Villa, opositaron a la vacante y fueron evaluados por los examinadores sinodales de la Diócesis. Navarrete quedó como titular del Cuarto de Beneficio. Uno de los opositores, Juan Gómez del Castillo, quien no conforme con la adjudicación, pleiteó el resultado de la Oposición llevándolo hasta la Real Chancillería de Valladolid y e incluso llegó a apelarlo ante la Curia Romana. Manuel Francisco Navarrete tuvo que dar poderes al inicio del año de 1669 a dos procuradores en Roma (Carlos Ghirlandarin y Francisco Bartelari) para que le defendieran en la tenencia del Beneficio. Navarrete mantuvo el Cuarto Beneficio a lo largo de su vida y llegó a tener una relación cordial e incluso estrecha con Gómez del Castillo, quien posteriormente accedió a un Beneficio en la Parroquia. Los Gómez del Castillo era otra de las familias hacendadas de la Villa y con varios de sus vástagos ocupando puestos importantes en el poder civil y religioso .

Firma de 1669

Manuel Francisco estudió Bachiller de Artes en la Universidad de Salamanca en 1674, así lo avala un documento fechado en 1675 en el que da plenos poderes a otra persona para que haga todas las tramitaciones y pagos del curso que realizó el año anterior en la Universidad Real de Salamanca.

1675

En 1676 realiza los estudios superiores de Bachiller en Teología en la Universidad de Irache, por lo que a partir de entonces en todas las referencias aparece como “Licenciado y Beneficiado”. En la partida de bautismo de María Ordóñez Esteban, celebrada en febrero de 1677, aparece con ese tratamiento. Al igual que en en otro documento del año siguiente, en el testamento de su pariente Diego Navarrete, quien nombra por albacea al “Licenciado y Beneficiado Don Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara”.

2.3. Colegio de Santa Cruz de Valladolid y Universidad de Valladolid

Manuel Francisco no se acomoda en su Parroquia de Elciego, sino que sin dejar de pertenecer a ella como clérigo y beneficiado, quiere seguir formándose en lo colegios y universidades más relevantes . En 1680 consigue una beca para estudiar en el prestigioso Colegio Mayor de Santa Cruz de Valladolid. Es el gran paso en la carrera profesional de Navarrete y es también aquí cuando se fragua una relación estrecha y documentada con su hermano Gaspar, al que le da poderes para que gestiones sus asuntos en la Villa.

Poder a su hermano Gaspar

“….doy todo mi poder cumplido al que de derecho en tal caso se requiera y es necesario más puede y debe valer sin ninguna limitación a Don Gaspar de Navarrete Ladrón de Guebara mi hermano vecino de dicha Villa especialmente para que por mí y en mi nombre representando mi persona y como yo mismo lo pudiera hacer hallándome presente pueda parecer y parezca ante cuales quien jueces y justicia así eclesiásticas como seculares y entre ellas Y cualquier pueda pedir y pida y cobre todas y cuales quiera cantidad de maravedíes que se me estuvieren debiendo por cuales quien personas así de réditos de censos como por otras razones y en razón a la cobranza haga todas las diligencias que convengan y de lo que recibiere y cobrase pueda dar y otorgar cualesquier carta de pago finiquitos....”. A lo largo de la vida del obispo Navarrete, su hermano Gaspar será quien gestione a todos los efectos todas las propiedades y derechos en Elciego del Obispo Navarrete.

El colegio Mayor de Santa Cruz era uno de los más prestigiados de la zona norte de la Península y allí acudían hijos de familias notables, sin excluir otros alumnos de familias menos relevantes que por medio de unas becas podían realizar los estudios superiores. El Colegio era estricto en el cumplimiento de sus propias normas, como eran las de no entrar a estudiar en él antes de los 21 años, limpieza de sangre de los estudiantes, no admitir en el mismo año a más de dos de la misma diócesis o el de la propia vestimenta de los colegiales.

El 4 de febrero de 1680, siendo ya Colegial de Santa Cruz, solicita incorporarse al grado de Teología de la Universidad de Valladolild.

Don Manuel de Navarrete colegial del Mayor Santa Cruz digo que estoy graduado de bachiller en la facultad de Teología por la Universidad de Irache según consta del título y testimonio que presento con el juramento necesario en cuya virtud pretendo de incorporarme de dicho grado de Teología por esta Universidad. A vuestra merced suplico mande se me admita a dicha incorporación de dicho grado de Teología que estoy presto de pagar los derechos conforme a Estatutos de ella. Pido Justicia.

  1. Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara.”

La vinculación con la Universidad vallisoletana va a ser intensa a lo largo de su vida. En una de sus primeras actuaciones ya demuestra su fuerte personalidad, sus armazón intelectual y su carácter férreo ante situaciones que se sitúan fuera de la normativa. Había dos cátedras den la Universidad que, según la interpretación de Navarrete, se estaban ocupando de manera irregular. Según las normas los titulares no podían estar más de tres años seguidos y los titulares llevaban más tiempo en su regencia.

Navarrete eleva un escrito al Rey Carlos y al Rector de Valladolid, solicitando que salgan a concurso para tres años. El Claustro de la Universidad se reúne el 7 de noviembre de 1681 y da cumplimiento a la Real Provisión que había llegado. Alegaciones y escritos de los afectados ocasionan debates internos, teniendo como resultado que una de las Cátedras, la de Regencia de Artes, sale a oposición. Tras un proceso de pruebas a los distintos opositores, en enero de 1682 de le da la Cátedra de Regencia de Artes a Manuel Francisco Navarrete. Cátedra que ejercerá desde 1682 hasta 1685, siendo en algún período Vicerrector de dicha Universidad. Durante esta estancia en Valladolid se relacionó con otros colegiales y profesores que luego tuvieron cargos relevantes. Aquí completó su formación intelectual y su estrecha relación con los Jesuítas y Dominicos, que le dejará huella a lo largo de su vida.

Otra huella familiar de esta etapa vallisoletana, será la de su sobrino Manuel Navarrete Ladrón de Guevara, hijo de Gaspar. Este sobrino será también alumno del Colegio Santa Cruz y a partir de 1722 opositará a una plaza de la Universidad, consiguiendo la Cátedra de Instituta o de Código más moderna el 24 de mayo de 1725. Dos años más tarde ocuparía el cargo de Alcalde del Crimen en la Chancillería de Valladolid.

En octubre de 1685 el Claustro de la Universidad declara que la Cátedra de Regencia de Artes queda “vaca” por ascenso del Lzdo Don Manuel Francisco Navarrete a la Canongía Magistral de la Catedral de Palencia.

2.4.- Magistral en Palencia y Abad electo de la Iglesia Colegial de Santander

Tras esta etapa en Valladolid, opositó y ganó la plaza de Canónigo Magistral de la Catedral de Palencia en 1685, un puesto que le supuso proyección profesional en la carrera eclesiástica y que demuestra las dotes intelectuales y formativas de Navarrete. El Magistral era el encargado de las homilías, sermones, defensas argumentales y cualquier otro formato para el que se necesitaba tener dotes de oratoria y buen armazón intelectual.

En una de sus muchas visitas a su Villa natal, en 1689 es padrino de bautismo de Angela Isabel Ibáñez Zuazo, reflejándose en la partida bautismal como “Magistral de la Santa Iglesia de Palencia y Beneficiado en Elciego”.

En 1693 es agraciado con el cargo de Abad Electo de la Iglesia Colegial de Santander, compaginando los trabajos en las dos ciudades y teniendo los dos cargos hasta su consagración como obispo de Mondoñedo en 1699

Ese mismo año de 1693, el 14 de agosto, funda un vínculo y mayorazgo, ante el escribano Francisco Montero, sobre sus posesiones en Elciego. En dicho documento se define como “Abad electo de la Insigne Iglesia Colegial de la Villa de Santander, colegial mayor que fui en el Ilustre y Magnífico Colegio de Santa Cruz de la ciudad de Valladolid y Canónigo magistral de la Santa Iglesia Catedral de esta Ciudad de Palencia”. Como sucesor primero nombra a su hermano Gaspar, residente en la Villa, de la que era Regidor Preheminente. Entre las cargas de este Mayorazgo está el de sufragar perpetuamente el gasto de aceite de la lámpara de la ermita de la Virgen de la Plaza , la de dar limosna de pan a los pobres de la Villa en varias festividades, la de sufragar los gastos de quinientas misas rezadas que se debían decir y que se entregasen varias cargas a la Parroquia de San Andrés de su villa natal y al Convento de Capuchinos de Laguardia. El Mayorazgo estaba constituido con los bienes muebles y raíces que le pertenecían por sus legítimas paterna y materna, más lo heredado de su tío el licenciado Juan de Navarrete y de Diego Navarrete y María Laguna, esposos. Aparte de las piezas de pan, viñas, corrales, olivares y la cueva con tres cubas añadió dos elementos con una fuerte carga emotiva para él. Uno el título de la beca que obtuvo para poder estudiar en el Colegio de Santa Cruz de Valladolid “para que perpetuamente haya memoria y reconocimiento de prenda tan estimable como en mí lo ha sido y será por toda mi vida y lo debe ser a mis sucesores en este vínculo” y un relicario consistente en “dos tablas de reliquias, que se abre y cierra de media bara en largo y casi tercia de ancho con muchas reliquias y una tabla que tiene en medio un hueso crecido del glorioso San Martín y un Lignum Crucis pequeño e lo alto de ella y en medio otro Lignum Crucis crecido como medio dedo en largo con los testimonios y papeles que hay de ser verdadera reliquia”. También especificó que un padre jesuíta debería “hacer misión todos los años en dicha Villa en el tiempo que hay desde el día de Nuestra Señora de Agosto al de San Mateo, o pasados los Reyes en lo restante del mes de enero, antes de la Cuaresma. Y así mismo con la de enviar predicador todos los años en las fiestas de la Natividad de Nª Sra y de San Joseph, esposo de la Virgen y los años que su fiesta cayere en Domingo de Cuaresma, Semana Santa o Semana de Pascua, se conmute el sermón de dicho día de San Joseph en ir a predicar el día de la Asunción de Ntra Sª. Y al Padre Predicador que fuere de dicho colegio además de hospedarle el poseedor de este Vínculo le dé un Real de a ocho en plata de limosna por cada sermón por los días de mi vida mientras no percibieren la librería o entraren en la sucesión de dicho Vínculo, porque es mi voluntad que después de mis días sólo quiero obligarles al hospedaje de un día natural

Durante esta etapa Navarrete poseía una biblioteca importante, con unos 250 volúmenes que analizaremos en otro capítulo dedicado a su biblioteca personal, ya que para él constituía un bien mueble, al igual que otro tipo de propiedad.

Posiblemente su etapa en Palencia y su prestigio personal en la sociedad palentina influirían en el posterior matrimonio de su sobrina Tomasa Navarrete Ladrón de Guevara Olarte, hija de Gaspar, con Fernando Aguado Pardo, natural de Pedrosa del Príncipe, y que se celebró en Elciego en diciembre de 1711. Los hijos de este matrimonio consiguieron carta de Hidalguía con el consiguiente escudo de armas en 1746. Los Aguado Pardo estaban emparentados con Fray Juan Del Molino Navarrete, quien fue obispo de Palencia entre 1671 y 1684.

Durante su estancia como Abad en la Colegiata santanderina, en 1697 modificó el antiguo crucero y el presbiterio, haciendo un ábside único y recto. Esta modificación se mantuvo hasta que el incendio de 1941 asoló el edificio y hubo que realizar una reforma completa.

I

III Centenario del fallecimiento del Arzobispo D. Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara

Aurten, Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara Eltziegoko semearen heriotzaren III. mendeurrena ospatzen ari gara. Seme horrek irmotasunez kudeatu zituen bere erlijio-ardurak eta beti izan zuen gogoan bere hiribildua.

Este año conmemoramos el III Centenario del fallecimiento de Don Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara. Iniciaremos en el blog una serie de artículos sobre el recorrido de su vida y su figura. Sirva como inicio este artículo que se ha publicado en el Programa de Fiestas de Elciego de 2023.

DON MANUEL FRANCISCO NAVARRETE LADRÓN DE GUEVARA

“ HIJO NATURAL Y PATRIMONIAL DE LA VILLA DE ELCIEGO”

   A lo largo de este segundo semestre se están realizando varios actos para conmemorar el tercer centenario del fallecimiento de este hijo ilustre de Elciego. Nacido en nuestra Villa en 1654, falleció en Burgos en 1723, tras una brillante carrera eclesiástica que dejó su huella allí por donde estuvo y en su propia Villa natal.

   El recorrido vital lo inicia en su Villa en 1654 en el seno de una de las familias más notables de la reciente Villa: los Navarrete. Familia que estaba emparentada con las más acaudaladas e influyentes de Elciego en el siglo XVII: los Ruiz de Ubago, los Ibáñez, los San Juan Bonilla, los Pérez Zuazo….

   Inicia su formación con el maestro de letras de la Villa, Diego Bezares, tal como era costumbre y obligación a partir de los cinco años. Su mente despierta para el estudio, junto con el atractivo personal y familiar de la carrera eclesiástica, le llevan a realizar los estudios para obtener las órdenes clericales, licenciándose en Bachiller Teológico en la Universidad de Irache. Habiendo recibido las órdenes menores, opta a ´la vacante de un cuarto de Beneficio en la Parroquial de San Andrés Apóstol de su villa natal. Esto le lleva a tomar parte del Cabildo eclesiástico de la Parroquia, no sin tener que afrontar pleitos sobre la posesión de ese Beneficiado, algo muy común entre los opositores a los Beneficios Parroquiales.

 En 1675 inicia su andadura por tierras castellanas en la Universidad de Salamanca, estudiando Bachiller en Artes. En diversos documentos de la Villa de estos años aparece como “Licenciado y Beneficiado”.

   En 1678 consigue entrar como alumno becado en el Colegio Mayor de Santa Cruz de Valladolid, uno de los centros más prestigiosos de formación al que acudían los hijos de las élites castellanas. Esta marcha a Valladolid le lleva a nombrar a su hermano Gaspar como apoderado para todos los efectos legales e incluso para el cobro del Beneficio de la Parroquia de Elciego. Sus estudios superiores en Valladolid y su prestigio intelectual y académico van a originar una relación especial entre Navarrete y la ciudad de Valladolid. En 1682 fue Catedrático de Artes en su Universidad; de la que llegó a ser Vicerrector de ella.

   En 1687 obtiene por oposición la plaza de Magistral en la Catedral de Palencia. El Magistral era el encargado de oficiar los sermones, con lo que nos revela las buenas dotes intelectuales y de oratoria de Navarrete. En una partida de bautismo de 1689, en la que apadrina a Angela Isabel Ibáñez Pérez Zuazo, se le describe como “Magistral de la Santa Iglesia de Palencia y Beneficiado en Elciego”.

    En 1693 le vemos en Santander como Abad en la Colegiata de la Anunciación de la Virgen. Su vida transcurre entre Santander, Palencia y Elciego, dejando buena huella de su sólida formación y sus buenas habilidades para la gestión y la comunicación.

    Su prestigio va en aumento y a principios de Julio de 1699 el rey Carlos II le propone al Papa Inocencio XII como obispo para la sede de Mondoñedo. La consagración episcopal la recibe en la Iglesia de San Francisco de Valladolid el 30 de agosto de 1699 de manos del Obispo de esta ciudad, Diego de la Cueva, asistido por los de Palencia y Salamanca. Litúrgico y protocolario el nuevo obispo Navarrete, quiso unir en este acto, las ciudades por las que había transitado su carrera eclesiástica: Salamanca, Palencia y Valladolid.

   El 21 de septiembre de 1699 toma posesión del obispado de Mondoñedo y al mes siguiente ya comienza una relación tensa con el Cabildo de la Catedral y con otros clérigos muy aferrados a su parcela de poder. Su interés por regular y poner al día las Constituciones de la Catedral, la organización de la diócesis y el propio comportamiento abusivo y heterodoxo de parte de su clero, le llevan a varios pleitos que terminan en el Tribunal Metropolitano de Santiago, en la Audiencia de La Coruña y en el propio Tribunal de la Nunciatura. El Obispo Navarrete tiene fuerte personalidad, ideas claras y prestigio moral e intelectual para afrontar con firmeza estos conflictos.

   La lejanía en tierras gallegas no le alejan de sus raíces en tierras riojanas. Por sucesión en las cláusulas del Vínculo de Gracia Iñiguez, disfrutaba de sus bienes y cumplía los compromisos. Lo mismo ocurría con su Beneficiado en la Iglesia de su Villa natal. Había dado plenos poderes a su hermano Gaspar para realizar las operaciones necesarias en el día a día; pero él seguía dirigiendo las riendas desde su obispado de Mondoñedo.  En 1702 dona las rentas y frutos de su Beneficio de Elciego a la propia Fábrica de la Iglesia de San Andrés y a las ermitas de Santa Cruz y San Vicente, para que realicen los reparos necesarios. No son partidas económicas genéricas, sino que tienen finalidades concretas: enlosar la Iglesia, acabar y cubrir el costado de la Iglesia donde se encuentra “la puerta falsa” a fin de que se puedan guardar los trastos del Monumento del Jueves Santo ( actualmente la parte donde está ubicada la caldera de la calefacción), construir otro altar colateral  para dar más decencia y decoro al interior del templo, encajonamiento del exterior ( lo que hoy llamamos el Losao) y para la construcción de un nuevo órgano. En el caso de la ermita de Santa Cruz la finalidad es levantarla desde sus cimientos y colocarle altar, puerta y cerradura “para celebrar con decencia el Santo Sacrificio de la misa y acudir a ella en las Procesiones”, tal como recordaba él en su niñez. En el caso de la de San Vicente, dona los dineros sobrantes para la reparación del edificio. Respecto a esta ermita, el obispo Navarrete le tiene gran cariño porque considera que fue “iglesia parroquial de dicha Villa y en ella había pila bautismal “. Su hermano Gaspar, que está construyendo una nueva casa familiar en Elciego, con ayuda económica del hermano obispo, hace plasmar en la esquina principal el escudo familiar adornado con la simbología episcopal.

  En 1705 el Rey Felipe V propone a Navarrete para  Arzobispo de Burgos, uno de los ocho arzobispados del Reino. Aparte de la valía intelectual y personal del obispo Navarrete,  también tuvo su influencia la fidelidad al propio monarca Felipe V. Este Borbón había accedido a la corona tras un conflicto bélico y los Ruiz de Ubago apoyaron personalmente el bando del nuevo monarca.  La ocupación de la silla arzobispal por un hijo de la Villa constituyó un acontecimiento de suma importancia en la Villa; así se refleja en el acuerdo municipal del 21 de Mayo de 1705 donde se acuerda celebrar  “una corrida de seis toros y un árbol de fuego y los cohetes necesarios y demás adherentes”.

    Desde este cargo con mayor dotación económica, mayor poder terrenal (era miembro del Consejo Real) e incluso con mayor cercanía a su villa natal, el ahora arzobispo Navarrete, más que nunca,  tiene presente a su Villa. Dona a la Iglesia de San Andrés una cantidad importante de 3.000 ducados de vellón para que haga una colgadura decente para cubrir la pared desde la cornisa hasta la puerta de la Sacristía y ayudar a dorar el retablo. A cambio la Fábrica de la Iglesia estará obligada a decir perpetuamente tres misas cantadas al año.

   En estos años se realiza el encajonado y enlosado de piedra de la entrada de la Iglesia. La obra se amplia y encarece hasta un presupuesto de más de nueve mil reales. El obispo Navarrete había dejado un dinero para ello, pero los dineros que faltan para ello los libra el Mayordomo del Arzobispo desde Santillana en 1709: 2.976 reales.

   En Burgos, el Arzobispo Navarrete deja su impronta personal y pastoral. La Archidiócesis de Burgos, que incluía en ella los obispados de Calahorra, Palencia, Pamplona, Santander y Tudela, aunque más ordenada y regulada que la de Mondoñedo, tampoco estaba exenta de comportamientos poco ortodoxos. En todos estos casos también intervino con firmeza y con sustento legal y argumental, aunque tuviera que litigar en tribunales civiles y eclesiásticos.

   Su afán por las mejoras prácticas y artísticas de los edificios religiosos se manifiesta también en la propia Catedral de Burgos. Mandó instalar a su costa dos grandes rejas de bronce en el crucero de la Catedral y dos púlpitos. Otra reforma importante fue la transformación de la Capilla de Santa Catalina en Sacristía de la Catedral de Burgos. Eso supuso una fuerte inversión económica en su decoración y mobiliario, a lo que añadió una colección de 120 cuadros de todos los prelados que le precedieron. Trabajo que se lo encargó al pintor vizcaino Nicolás de la Cuadra. Dentro de este encargo  estaban dos cuadros (el martirio de los santos Manuel, Sabelio e Ismael y el del Martirio de Santa Margarita) para el altar lateral de la Iglesia de Elciego.

   En Arcos de la Llana, población a unos 20 kilómetros de Burgos, el arzobispado tenía desde el siglo XVI una residencia veraniega que estaba en situación muy deteriorada. El Arzobispo Navarrete manda su reconstrucción y adorna la fachada con su propio escudo arzobispal.

  Navarrete siempre dio importancia a los estudios universitarios y a la formación intelectual de los jóvenes, ya que luego serían los gestores de los cargos civiles y eclesiásticos. En 1712 ofrece a la Universidad de Valladolid fundar una Cátedra de Teología dedicada a Scoto y otra llamada “De la Compañía”, por su estrecha relación con los jesuitas. Para ello ofreció a la Universidad 7.000 ducados más otros 1.000 que se necesitaron para construir un salón de cátedra, ante la escasez de locales que tenía la Universidad. Como consecuencia de esta reforma arquitectónica  se tuvo que hacer un nuevo planteamiento de fachada de la Universidad, cambiándola de ubicación y dando lugar a la actual.

   Desde su sede burgalesa, el Arzobispo Navarrete continuó teniendo presente a su Villa y de una manera especial a la Iglesia de San Andrés Apóstol. Fue enviando numerosas reliquias y ornamentos para su decoro y enriquecimiento para   ”mayor decencia de la Iglesia Parroquial…como expresión de su afecto y devoción”. En 1717 envió las de los Mártires de Cardeña acompañadas de una bula papal, acontecimiento que fue celebrado en Elciego con “danzantes, gaitero y atabalero”, seis docenas de cohetes y predicador. La Junta Parroquial acordó celebrar todos los años esta fiesta el seis de agosto e hicieron los trámites burocráticos para que tuviera en la Villa el rango de fiesta de guardar. Así se siguió celebrando en los años sucesivos. En 1722 se gastaron de las arcas municipales 215 reales: 90 al predicador, 35 al gaitero, 8 a los danzantes, 6 al tambor y 76 para los cohetes y ruedas de dicha función. Las reliquias de los Mártires de Cardeña, junto con los cuadros encargados al pintor Nicolás de la Cuadra sobre este martirio, dieron lugar a un altar lateral en el templo parroquial que lleva su nombre y su impronta.

   En 1720 el Arzobispo Navarrete publica una polémica obra contraria a las tesis defendidas por el Obispo de Bayona, uno de los integrantes de la controversia jansenista en Francia y amparada por el monarca francés.

  El 11 de agosto de 1723 falleció en Burgos, donde se le enterró en el interior de la Catedral.

¿Por qué es importante de celebremos este tercer centenario?

   Como bien indicaron nuestros antepasados, Don Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guevara era “hijo natural y patrimonial de la Villa”. Un título merecido porque contribuyó muy activamente en la mejora y ornamentación de la Iglesia Parroquial junto con el mantenimiento de las ermitas de San Vicente y la de Santa Cruz; aunque la ejecución de la obra de esta última, para la que destinó dinero, no se llevó a cabo. Fue una figura importante en la Iglesia del siglo XVIII, tanto en los aspectos formativos de la Universidad como en los de la gestión , mejora y reforma de las diócesis de Mondoñedo y Burgos. Y en todos los lugares por donde estuvo, siempre tuvo presente a su Villa.

   Es importante que interpretemos aspectos visibles e identificables con su persona que hoy en día tenemos en Elciego como pueden ser la llamada “Casa de los hierros”, con su escudo esquinero adornado con las borlas, capelo y la cruz de obispo. El altar lateral de la Iglesia con su escudete bajo los cuadros por él encargados  y que lleva su nombre. Los Víctor pintados en la portada de la Iglesia  que conmemoran su nombramiento de Obispo. Y cómo no, el cuadro que Matías Garrido pintó en 1762 por encargo del Cabildo para su Iglesia y que siempre ha tenido un lugar visible en la Sacristía de la misma (el famoso “mirón” que tanta intriga causa en la chavalería cuando se les dice que estés en donde estés, siempre te está mirando). Si vamos a tierras burgalesas, en su catedral está la Capilla de Santa Catalina con los cuadros encargados y el escudo del Arzobispo Navarrete tallado en madera en dos lugares del artístico mobiliario. Y nos acercamos al edificio ya erosionado de los Arcos de la Llana, el escudo del Arzobispo está aún visible en la fachada del edificio.

   Bajo la sombra del Arzobispo hay otros objetos, ornamentaciones, obras importantes que no llevan grabado su nombre o su escudete, pero que son fruto de su interés y dedicación. En la Villa está la aportación para la fabricación de un nuevo órgano, para el dorado del Retablo Mayor, la cantidad de reliquias y alhajas que conservamos y que fueron enviadas por él. Su interés por rehacer la ermita de Santa Cruz y mantener la de San Vicente. En la Universidad de Valladolid, en los archivos y en los escritos,  está el recuerdo de sus cátedras y hasta el del motivo por el que se hizo la actual fachada principal. Lo mismo ocurre en la Catedral de Mondoñedo, donde se cobija una historia de esta diócesis que él redactó, pero que lleva la autoría de su secretario.  También en el Archivo de la Catedral de Burgos hay buena huella de la generosidad y del buen hacer del Arzobispo Navarrete.  El legado de su biblioteca con “más de 200 cuerpos” a los Jesuitas, posteriormente reclamada por el Ayuntamiento de Elciego al ser expulsados en 1767, es otra muestra más del prestigio intelectual y de la huella que fue dejando el Arzobispo Navarrete.

    Es bueno y necesario que sigamos transmitiendo ese legado oral de la figura del “Arzobispo de Burgos” que tantas veces hemos oído y que tan asociada está su figura a la Villa de Elciego. Con los actos de la conmemoración de este tercer centenario de su fallecimiento, refrescamos su memoria y aprendemos detalles desconocidos que transmitiremos oralmente a nuestra gente. Todo ello contribuye a enriquecer ese “patrimonio intangible” que tan positivo es y tanto se refleja en la calidad humana de los pueblos.

   Como reflexión personal quisiera apuntar la importancia de la educación-formación en las poblaciones. En Elciego, ya en la época del Arzobispo Navarrete, había “Maestro de letras” que enseñaba la lectura, la escritura y los números a los infantes. Eso traía consigo que la población analfabeta era escasa; incluso estaba mal vista. Varios de estos muchachos tenían aptitudes para el estudio y, si las posibilidades económicas de las familias eran propicias o el apoyo de un Vínculo, Mayorazgo o particulares contribuía a ello, vemos que había hijos de la Villa estudiando en Irache, Valladolid, Salamanca o Alcalá de Henares en los siglos XVII y XVIII. Esta sólida formación tenía su repercusión en las decisiones de los gobernantes civiles y eclesiásticos de la Villa.

    Lo que tenemos ahora, y de una manera particular cuando mostramos a la gente que nos visita los rincones y los edificios de la Villa, se asombran de la calidad y el nivel artístico en relación con una población tan pequeña. Todo esto se ha debido en gran parte a que las personas que han regido los distintos estamentos de la Villa han sido personas formadas.

    Nuestros antepasados tuvieron muy presente la figura del Arzobispo Navarrete como benefactor. Nosotros queremos aprovechar este año para divulgar su figura, refrescar nuestras memorias y que la Villa en 2023 también le tenga presente y le agradezca tal como se hizo en décadas anteriores.

   No podemos terminar esta aportación sin valorar muy positivamente que en la divulgación de este tercer centenario estén unidos el Ayuntamiento de la Villa, la Parroquia y las tres Cofradías históricas de ella ( San Andrés, San Roque y San Vicente).

Jesús Fernández Ibáñez

(Más datos sobre la biografía del Arzobispo Navarrete en el blog “elciegohistorico”)