Julián Sáenz de Navarrete Ramírez, farmazeutikoa, adibide bezala jarri daiteke, nola familia aberatsek beraien seme-alabak unibertsitate-ikasketak egitera zuzentzen zituzten eta horrela lanbide prestigiotsuetara bideratu, beti ere, beraien familia-ondasuna mantenduz.
La vida del farmacéutico Julián Sáenz de Navarrete es un ejemplo, como tantos otros que hubo a caballo entre los siglos XIX y XX, de familias hacendadas de la Villa que animaron y ayudaron a sus hijos a salir a estudiar a la Universidad para tener otro tipo de vida distinto de la hacienda familiar, sin abandonar ésta.
Julián Sáenz de Navarrete Ramírez nació en Elciego el 17 de febrero de 1876, recién terminados los aconteceres de la Guerra Carlista que tanto temor difundió en toda la zona. Hijo de León Sáenz de Navarrete Ramírez de la Piscina y de Flaviana Ramírez Sáenz de Olano, se crió en el seno de una familia tan hacendada en viñas y tierra como en el cultivo de la formación intelectual y personal. Los cuatro apellidos que portaba eran buena prueba de ello. También fueron cuatro los hijos de este matrimonio, sin contar otro vástago de nombre Fernando que falleció sin llegar a cumplir un año de una infección gangrenosa. Victoria, que se casó con Eustaquio Echave-Sustaeta Pedroso; María Asunción, con Ricardo García Sáenz de Samaniego y Eustaquio con Francisca Bañares Ramírez.
Siguiendo la costumbre de estas familias de enviar a sus hijos a adquirir sólida formación en las Universidades, ingresa en la Universidad Central de Madrid en 1893, obteniendo el título de Licenciado en Farmacia en 1897.
La Farmacia o la botica no estaba arraigada en sus antecesores. Y eso que varias familias locales como los Arrúbal y los Bañares tuvieron larga tradición en el ejercicio de esta especialidad en los siglos XVIII y XIX, tanto en la Villa como en la zona. Tampoco podemos olvidar al famoso farmacéutico Xavier Raimundo Ariza, que la ejerció durante 40 años, en el tránsito de esos dos siglos, haciendo de puente entre los Arrúbal y los Bañares, con los que estaba emparentado.
Nada más terminar sus estudios, ese mismo año de 1897, se le nombra a Julián Sáenz de Navarrete farmacéutico titular en su Villa natal. No va a ejercer durante mucho tiempo este oficio en Elciego, ya que en septiembre de 1901 se anunciaba por bando público la vacante de la plaza , con una dotación de 500 ptas anuales “satisfechas por trimestres vencidos de fondos municipales y con la obligación de suministrar cuantos medicamentos comprenda el petitorio oficial recetados por los Señores Facultativos, a sesenta familias pobres, incluidas en éstas las que comprenda el puesto de la Guardia Civil de esta Villa, teniendo así mismo la obligación de suministrar los expresados medicamentos a los enfermos o heridos que se encuentren en el Hospital o Casa de Socorro de este Municipio”. Así rezaba literalmente el bando municipal.
Su matrimonio con María Ortega Pereda le lleva a establecerse en Medina de Pomar, donde ejercerá esta profesión durante el resto de su vida en esta población burgalesa. Aquí nacen sus hijas y aquí se dedica a sus trabajos de boticario.
Esta situación no le supone ningún obstáculo para mantener la vinculación con su Villa natal, el cuidado de la hacienda delegada en sus aparceros y jornaleros, así como de la casa familiar ubicada en el Cantón de la Concepción, 2; que tras el fallecimiento de su padre León en 1903 se dividió el caudal familiar entre los cuatro hermanos en el año de 1907. Gestiona las viñas, las piezas y la casa del entronque familiar, con un detalle contable que denota la meticulosidad en sus acciones y la necesidad de llevar buena rienda entre las distintas propiedades, jornaleros y materiales que hay que ir comprando y renovando para el laboreo de las fincas. Trabajo detallado por escrito que aprendió de sus progenitores.
También mantiene una nutrida biblioteca de sus antepasados y que él mismo va aumentando con temas profesionales, religiosos o literarios. La cuida con el mismo mimo que lo vio hacer desde su niñez en abuelos, padres y tíos, trasteando en ocasiones con estampaciones personales en algunas páginas.
Al farmacéutico Sàenz de Navarrete, siempre se le llamó Don Julián. Hasta sus hijas serán conocidas como «las de Don Julián». Un merecido título, tanto por su formación, como por su posición social y por el ejemplo de mantener la hacienda familiar como un deber de buen hijo.
(Un agradecimiento a la familia y herederos de Don Julián, por facilitarnos éstos y otros materiales para la divulgación en el blog)