1785.- Los Candelabros, Sacras y Cruz de plata y bronce que Joseph Ballerna fabricó para la Iglesia de Elciego

1784.ean Elizak eskatutako zutargi eta brontze eta zilarrezko gurutzeak adierazten du, urte haietan Ziekoko Elizaren Fabrikak zuen aberastasun ekonomikoa.

Fotografía de Pablo Cañas López

    En el siglo XVIII la Fábrica de la Iglesia de Elciego era la empresa económica más importante de la Villa. A través de la recepción de los Diezmos y Primicias se constituía en la principal productora vinícola de Elciego; y en torno a esta actividad se generaban muchos jornales y transacciones económicas importantes. Los réditos de los censos, donaciones, voluntades testamentarias para misas y otras actividades, aportaban otra importante cantidad económica que redundaba en la propia Fábrica y en el mantenimiento de los diez Beneficiados que tenían oficialidad en la Parroquia. Esta intensa actividad tuvo su reflejo en la construcción de nuevos altares laterales, pintura de la Concha del Altar Mayor y Crucero, mejoras en el templo, construcción de la Sala Capitular, ampliación de la bodega,… y sobre todo en la construcción de una Nueva Sacristía a finales de este siglo para poder acoger y canalizar todo este incremento de actividad y personal.

   Esta bonanza económica se reflejó también en la mejora y suntuosidad de las alhajas para el culto y la liturgia. Muchos son los pagos a diversos plateros de la zona para adquirir nuevos objetos o rehacer y fundir otros ya en desuso o deteriorados.

   Uno de los encargos más importantes se realiza al taller de Joseph Ballerna en 1784: la fabricación de seis Candelabros, tres Sacras y una Cruz de plata. Todo a juego, construidos en plata y bronce, según los gustos artísticos de la moda. Una clara demostración de la categoría social y económica de los peticionarios.

   Los Ballerna eran unos plateros con fama extendida mucho más allá de Vitoria,  que era donde tenían su actividad. Joseph Ballerna era el continuador del arte y prestigio que su padre Rafael había dotado de tanta fama y prestigio al taller familiar. Joseph se hace cargo del mismo tras el fallecimiento de su padre en 1772, habiendo completado su formación en Madrid y donde el propio monarca Carlos IV le tenía honrado como su “platero broncista”. Esta especialidad le dotó de fama añadida y, cuando se dedicó plenamente al taller familiar en Vitoria, se le solicitaron buenas piezas de la combinación artística de estos dos metales.

Archivo de Protocolos de Alava.- MAnuel Ramírez Prot 7757

   El contrato fue firmado el 2 de octubre de 1784 y ahí se establecieron las condiciones, según una propuesta que había realizado el propio Ballerna. Lo firman por la parte de la Fábrica de la Iglesia Francisco de la Sierra González y Pedro Matías de Oñate Sánchez Samaniego, ambos beneficiados de entera ración y curas de la Parroquia. Junto a ellos los dos Mayordomos de la Fábrica: Joaquín Ibáñez Ruiz de Ubago, eclesiástico y Luis de Vitoriano y Zárate, secular. Por la otra parte Joseph Ballerna, como Maestro Platero afincado en Vitoria. Joaquín María Martínez de Villarreal actúa como fiador económico de la operación.

Como era preceptivo, se pidió autorización al Obispado para poder realizar estos gastos extraordinarios, argumentado que eran para “mayor adorno de esta referida Iglesia y su Culto Divino”.

El precio total de las piezas no se podía calcular de antemano; pero sí el de cada onza de plata o de bronce que se iba a utilizar para su fabricación, que se tasó en 8 reales. Por el sobredorado se acordó 15 rs por cada onza de oro,  20rs. por cada onza de plata y 10rs. por cada onza de bronce.

De las condiciones del contrato resaltaremos algunas que nos parecen curiosas o que concretizan más la labor a realizar por el Maestro Platero. Una de ells es que las hormas que reciban las chapas sean de madera, teniendo un buen ensamblaje como única pieza y unidas las chapas “con encarnación”.

Sobre las Sacras y la Cruz, aparte de respetar el diseño que se había presentado, se proyectan algunas mejoras. A la Sacra Mayor se le añadirá “en el flanco del Arco rebajado del cuerpo Atico, y en su medio un manojo de uvas y espigas colgado de un gancho y atado con su lazo y a las dos menores se le colocarán en la triangular dos figuras que sirvan de remate, las que podrán ser en la del Salmo, el Real Profetol y en el evangelio el evangelista San Juan, las que serán de bronce doradas a fuego”.

  Especifican los motivos que adornarán en plata estas Sacras: “en el remate del Profeta Moisés cogiendo el Maná y en las dos Zapatas del Banquillo del Cuerpo Atico, se colocará en la diestra del Rey Melquisedec, y en la Siniestra al Profeta Elías, todas de cuerpo entero y sentadas; y en el marco del Primer cuerpo se ha de colocar la Cena Eucarística, o el Redentor Comulgando a San Pedro de cuerpo entero y relieve con algún lejos de Apóstoles

 Las medidas, también sufren una pequeña modificación sobre la traza inicial: “ha de tener de elevación en su arquitectura y sin contar el remate, dos pies y medio y dos onzas, las chiquitas lo que representa su pitipié”. Los Canderos serán de tres pies y la Cruz tres y cuartos. En cuanto a la figura del Crucificado llevará diez onzas de alto y también será de bronce dorado.

 En el Contrato se detallan las partes que serán de bronce a fuego (las basas y capiteles de las cuatro columnas, una cartela del marco, las molduras picadas en la Cornisa primera, Corona, Gola, Moldura en el cuerpo del ático…) y lo qué será de plata viva o muerta (todo lo restante), según lo que reclame la constitución de la pieza. Todo estará elaborado y perfilado “con tal pulido y acabado, que equivoque una pieza de Cristal.”

En las Sacras ( una Central, otra de la Epístola y otra del Evangelio tenían como finalidad disponer de un texto en su interior. Irán acomodadas al hueco del marco y se pondrán “las palabras que quepan y sean más necesarias y en las pequeñas el Evangelio de San Juan y el Salmo en papel de marquilla”.

Antes de entregar los trabajos, hubo que contrastar y pesar todas las piezas para poder calcular el precio total del encargo. Para ello el clérigo Antonio Ibáñez Ubago se acercó a Vitoria en febrero de 1787  y en el taller de Ballerna se hicieron los pesos oficiales:

  • Los candeleros y su Cruz, 69 libras, 9 onzas y 6 ochavas…Total 1113 onzas y 6 ochavas
  • La plata de los candeleros y Cruz, 20 libras, 15 onzas y 5 ochavas y media…Total 335 onzas y media ochava
  • Las Sacras pesan 13 libras y 6 onzas….Total 214 onzas
  • La plata de dichas Sacras pesan 10 libras, 14 onzas y media ochava….Total 174 onzas y media ochava

   A los pocos días de realizar el peso un tal Eugenio de Aguirre, quien mantenía correspondencia con Antonio Ibáñez Ubago le contesta a un escrito de éste diciendo que “me alegro muchísimo se de total satisfacción de ese pueblo la obra ejecutada por este Ballerna, quien sabe muy bien su oficio

Todos estos trabajos deberán estar concluidos y entregados para el día de San Miguel del siguiente año, tal y como rezaba en el contrato. Para el peritaje de la obra terminada se trajo al platero de Logroño Tomás Eustaquio de Burgos, quien cobró 60 reales por el reconocimiento de la obra.

Esta obra costó a la Fábrica de la Iglesia aproximadamente 30.000 reales. En un primer pago, al que se le aportaron varios enseres en desuso para fundirlos y eso había que descontar de la cantidad a abonar, fue de 3.420 rs.  En 1786 se le entregaron a Ballerna 14.000 reales; antes se le había asignado otra cantidad .  Y en marzo de 1787 como remate del pago se le abonaron 11.831 rs. Para el cobro de estos dineros, la persona que venía a la Villa a recogerlos, era un comisionado del Maestro Platero. En el último pago fue Joaquín de Usurbil, primo del artesano, quien acudió como Comisionado de Ballerna.

En Febrero de 1787 un tal Eugenio de Aguirre, quien mantenía correspondencia con Antonio Ibáñez Ubago le contesta a un escrito de éste diciendo que “me alegro muchísimo sea  de total satisfacción de ese pueblo la obra ejecutada por este Ballerna, quien sabe muy bien su oficio”.

Este artículo no desea incidir en las riquezas materiales de la Parroquia, con una visión distinta de la del tiempo en que se realizó; sino más bien resaltar el nivel artístico, cultural y organizativo de la Fábrica de la Iglesia de una población, pequeña en habitantes y generosa en recursos económicos. Si no hubiera habido personas bien formadas e instruidas en los responsables de ambos estamentos (civil y religioso), no se hubieran dado estos episodios que aquí narramos, ni sus descendientes tendríamos el patrimonio arquitectónico y cultural del que ahora disponemos.

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