EL MAESTRO DE PRIMERAS LETRAS EN EL SIGLO XVIII

Herrian lehen letren maisua izatea, haur guztiek joan behar izatea, aberatsen eta biztanleen artean bereizketarik egin gabe, garai hartako gobernarien apustu sendoa izan zen.

     Hasta el segundo tercio del siglo XIX el Gobierno no se tomó la responsabilidad de organizar y legislar una instrucción básica a la población. Este trabajo a favor de la alfabetización de la población tardó más de un siglo en llegar a la gran mayoría de la población. Esto no quiere decir que no hubiera otras obligaciones, normativas y responsabilidades de las administraciones más locales por tener una población mínimamente instruída: lectura y escritura, números y gramática.

   La presencia del maestro de escuela en la Villa es tan antigua como la constitución de ésta. Ya a finales del siglo XVI está presente esta figura compaginando su trabajo con otros oficios como fueron el de sacristán, organista, ermitaño de la Virgen de la Plaza,  aforo de los vinos,  “traedor” de los frutos de la Primicia,…por este último trabajo la Fábrica de la Iglesia contribuía con 300 rs anuales al mantenimiento de esta figura.

  El disponer en aquellos años de una persona que pudiera instruir a la chavalería en los conceptos básicos de cuentas, lectura y escritura era un plus que dejará su huella en personas formadas que continuarán los estudios y posteriormente ocuparán cargos en los estamentos civiles y eclesiásticos. Estoy ayuda a explicar la presencia de jóvenes locales en universidades como las de Irache, Salamanca, Alcalá de Henares o Valladolid en los siglos  XVII y XVIII. Dato que ayuda a explicar el  buen gobierno civil y eclesiástico de la Villa manifestado en la arquitectura, en la economía, en la solidez de la Villa y múltiples detalles.

  Es en la segunda mitad del siglo XVIII cuando la administración local regula y fortalece la figura del “Maestro de Primeras Letras”, dictando normas para la población infantil, que son dignas de elogio:

  • Salario con tres aportaciones: Fábrica de la Iglesia, Ayuntamiento y Cuota de familias
  • Obligatoriedad de acudir a la escuela desde los 5 hasta los 10 años. Posteriormente se dejará alargar voluntariamente. Se pone como tope 50 alumnos al inicio pero luego pasarán de 60, 70 y 80 los educandos.
  • Se les enseña a leer y escribir, números y posteriormente gramática.
  • Obligación de las familias de contribuir con cuotas para el sostenimiento del maestro
  • Horario desde las 8 de la mañana hasta las 11 y media y por la tarde desde la una hasta las cuatro ( horario de invierno: desde la cruz de septiembre hasta la de mayo) y hasta las cinco ( horario de verano: desde la cruz de mayo hasta la de septiembre).
  • Sólo en las fiestas de guardar no había escuela y con reducción de horario en vendimias.
  • Se fue incrementando paulatinamente el sueldo del maestro a lo largo del siglo.
  • No podrá despedir de la escuela a los niños pobres.

   Siguiendo un guión cronológico y detallado, queremos traer a la memoria los nombres de los maestros que contribuyeron con su dedicación a esta noble dedicación de la enseñanza en nuestra Villa a lo largo de todo el siglo XVIII.

   Francisco Clavijo Cañas fue el maestro que hizo el paso de un siglo a otro. Ejerció el oficio entre 1696 y 1702. Su salario, en torno a 400 reales anuales, era abonado a partes iguales entre la Villa y la Iglesia. A principios de siglo no estaba claro el aspecto de la remuneración, en parte porque se abonaba cuando y como se podía. En este concepto también entraba el que el maestro tenía la obligación de la conducción de los diezmos a los hórreos de la Villa. Sabemos que era natural de Logroño y que en 1698 contrajo matrimonio en la Parroquia de San Andrés con Brígida Martínez Vergara, natural de San Asensio.

   En  febrero de 1701 se le hace contrato a Laurencio García Nicolás por nueve años. Su salario era de 400 reales anuales y casa donde ponga la escuela, a cargo de las cuentas municipales. Asistía a 40 muchachos, los cuales le han de pagar unos complementos siguiendo un esquema muy curioso. Los que leyeren, real y medio; los que escribieren dos y los que contaren tres. En caso que no abonaren estos pagos, el maestro asume la obligación de dar cuenta al alguacil, quien le abonará esas deudas. Por su parte el Alcalde ya se encargaba de cobrar esos dineros a los vecinos deudores. Este maestro estuvo muy asentado en la Villa puesto que contrajo matrimonio en la Parroquia en 1685 con una joven local de nombre Ana Miguel Jiménez. Falleció en 1707, no llegando a cumplir los nueve años de compromiso como maestro de primeras letras.

 En 1704 tenemos también la presencia de Manuel González, quien ejerció la docencia hasta su fallecimiento en abril de 1709, con la definición de  ”pobre” en su registro eclesiástico. El dicho de ser “más pobre que un maestro de escuela” viene de antaño y bien fundamentado.

  En 1709 se hace cargo de la instrucción Ignacio Sáenz de Viteri, natural de Villa Real de Alava. Ese mismo año nace una hija suya en Elciego. Su salario está especificado en los 300 reales que recibe del Ayuntamiento, siendo esta cantidad abonada por la Iglesia al consistorio por la conducción de los frutos decimales.

  En 1714 está la figura de Domingo Martínez quien permanece al menos dos años en la Villa. 100 reales le paga la Villa como su salario y otros 300 la Iglesia por la conducción de los frutos. En un testamento de  Ana González de enero de 1715, en una de sus cláusulas manda que “ a Domingo Martínez Maestro de primeras letras de esta Villa un arca de nogal bueno, con su ropa y llave. Una cama de aia con sus banzos nueva, con su cordel, jergón, cochón, dos sábanas, dos almuadas de cáñamo, una colcha y rodapié de piñones, lo cual le mando al susodicho para siempre jamás, porque así es mi voluntad”.

  En 1717 aparece como maestro de primeras letras Manuel González. En pagos de la Iglesia se siguen reflejando los 300 rs que ésta abona al Ayuntamiento por conducción de frutos, más 150 que el propio municipio aporta para su salario. Falleció en 1719.

  Con Juan de Navarrete se asienta más la figura del maestro, muy cambiante en las dos décadas anteriores.  Se hizo cargo de la instrucción de los párvulos desde 1721 hasta 1739. No hemos encontrado ningún documento donde se vincule la Villa con su trabajo de maestro. Por el apellido y por otros detalles, como el que disponía de tres tablas de viña que deja para su venta al clérigo Catarán en 1745, creemos que este maestro fue un clérigo de la familia Navarrete.

    En el Concejo General celebrado el 2 de agosto de 1739, en el que se da comisión a unos capitulares para que encuentren médico por el salario de 4.400 rs anuales. También se les comisiona para el caso del maestro. Comentan que en atención “a la larga edad con que se halla Don Juan Navarrete, vecino de ella, quien ha servido y al presente sirve por maestro de Primeras Letras para la enseñanza y buena educación de los que concurren a ella, por hallarse achacoso y no poder asistir para la dicha educación,…” se busque maestro con las mismas condiciones que se han tenido hasta ahora, para “ el buen régimen y gobierno de los niños”. El sueldo sigue siendo el de 400 rs anuales, pero ha subido el número de párvulos, hasta la cantidad de cincuenta, quienes deben abonar real y medio cada mes a los que enseñare a leer, dos reales mensuales los que enseñare a escribir y dos y medio a los que enseñare a contar. En este Concejo aparece un tema importante, como es el de que la Justicia y Regimiento pueda “obligar a todos los vecinos y moradores que tuvieren hijos desde la edad de cuatro años hasta los diez cumplidos a la paga de las referidas cantidades, que los envíen a la escuela para que de este modo no se anden valdíos”. Muy importante esta precisión y este sentir de las autoridades, y de los propios vecinos del Concejo quienes dan autoridad a la Justicia para que pueda intervenir

   En octubre de 1739, se convenían con Pedro Morquecho, natural de Anguiano, por nueve años y con el sueldo de los 400 rs anuales, más la casa. Aparte están las cuotas que tienen que pagar cada alumno en función de su nivel de aprendizaje, le consignan 200 reales por el trabajo y ocupación que ha de tener el maestro en el recobro del resto del salario. Por su padre Morquecho se compromete “a tener especial cuidado y aplicación en la Enseñanza, Doctrina y buenas costumbres a los niños y niñas que así concurrieren a la referida Escuela bajo de no hacer en ella la menor falta sin perderlos así días de fiesta como los de labor valdíos, sin permitirles salgan a los campos por ninguna de las maneras y por ello para más aumento de su salario y que más bien pueda mantener y ponga el mayor cuidado en los referidos niños por esta Villa se le han de afianzar y asegurar hasta en cantidad de cincuenta.” Recalca el Ayuntamiento que los niños y niñas “vayan diariamente a la escuela” y que sea el maestro quien cobre las cuotas establecidas, vayan o no, para que nadie pueda justificar el no pagar; asunto que se reclamará con la justicia local.

  Morquecho no pudo cumplir el contrato “por causas legítimas”, y hubo que contratar a otro maestro que supliera las dificultades y achaques de Juan de Navarrete. El 26 de noviembre de 1939 se contrata a Martín Picazarri Guista, natural de Tricio. Las condiciones son las mismas, al igual que el salario. En este contrato especifica que los 200 rs serán por “la ocupación que ha de tener el dicho Maestro en hacer cala y aforo de los vinos “.

   Se le recuerda en el contrato que “ha de tener especial cuidado y mayor aplicación en la enseñanza de la Doctrina Christiana y buenas costumbres a los niños y niñas generalmente que concurrieren a la referida escuela sin que en ella haga la menor falta sin permitir que días de fiesta ni los de labor anden valdíos, así en el Pueblo como fuera de él sino en inclinarlos a buenas costumbres y frecuencia a los Divinos oficios y por ello para más aumento de su salario y que más bien se pueda mantener y poner la mayor aplicación en dichos niños por esta dicha Villa se le consignan afianzar y asegurar hasta en cantidad de cincuenta niños o niñas que diariamente vayan a la escuela”.

En 1741 fallece su mujer María Díez, natural de Matute, quien le había acompañado a la Villa. Al siguiente año contrae matrimonio con una joven local, Teresa Aréjola Martínez de Nestares, con la quien tendrá una niña originaria de la Villa

   Picazarri está asentado en la Villa y solicita mejoras en su salario, voluntades que se trasladan al Concejo de abril de 1742 y donde propone que se acuerden con él y realicen nuevas escrituras.

  Estas solicitudes de mejoras, más los aumentos por el trabajo de la calación de los vinos y seguramente otro tipo de recelos, hicieron que Juan de Navarrete denunciara a la Justicia local y posteriormente a la Chancillería de Valladolid que Piacazarri no “exhibía título de maestro examinado” y él si lo poseía; por lo que tenía derecho a “poner escuela pública”.

   Mientras el asunto se va aclarando y las disconformidades, tanto entre los dos maestros como en las rivalidades que van aumentando entre los vecinos con poder en la Villa, en el Concejo de febrero de 1746 se afronta el asunto del maestro, ya que termina el plazo firmado inicialmente con Picazarri. En ese Concejo hay vecinos que consideran que el maestro “no asiste a la educación y buena enseñanza de los niños con el cuidado, asistencia y vigilancia a que en la escritura se obligó” por lo que se acuerda buscar nuevo maestro con un sueldo de 700 rs más lo que debe cobrar de las aportaciones de cada escolar.

   Apenas transcurrieron dos meses, en abril de 1746, la Villa hace contrato con Bentura Llerena y Larrea, vecino de San Millán de la Cogulla.  El sueldo se fija en 700 reales más los de la cobranza que él debe hacer a cada familia que lleve hijo o hija a su escuela. Por su parte, Llerena se obliga a “asistir a la enseñanza y educación de los primeros rudimentos y Doctrina Christiana a los niños que asistieren a su escuela, sin que de ella pueda despedir a ninguno que fuese pobre, siendo de los de los naturales de esta Villa, y a no faltar de ella ningún día de trabajo

   La salud de Llerena es quebradiza y no le permite cumplir con regularidad su trabajo en la escuela. El asunto es de importancia entre el vecindario y se trata en Concejo. Éste comprende que Llerena no puede cumplir con el compromiso escrito por su “corta y quebrantada salud que desde que entró en esta Villa ha padecido y padece”; pero también es consciente que la Villa “no puede estar sin Maestro de primeros rudimentos que eduque y enseñe a los niños de ella por los graves perjuicios que de lo contrario se pueden ocasionar”. La solución viene por un vecino Pedro Santos de Aréjola Martínez de Nestares, vecino de la Villa y “persona práctica en dicha educación y enseñanza”, al que le hacen un contrato por un año y con un sueldo de 500 rs. más las cuotas del alumnado. Se pide a los padres que en cuanto sus hijos cumplan los cinco años, vayan a la escuela.

  Aréjola una persona madura, natural y asentado en la Villa con su mujer y sus cinco hijos e hijas. Agricultor con viñedos, casa, cueva y pajar. Perteneciente al estado noble, tuvo pleitos con algunos de ellos por el tema de las elecciones, pleiteando en la Cancillería de Valladolid la nulidad de algunas elecciones. Esto le ocasionó rivalidades importantes que le llevaron en ocasiones a estar en la cárcel local en más de una ocasión, una por acusación de fraude y otra por traer de Laguardia “siete libras de tabaco de polvo para diferentes personas eclesiásticas y seculares de esta Villa”, más tiempo del necesario. Por otra parte, en 1742 era nombrado poderista de Don Gaspar Navarrete Ladrón de Guevara. Aréjola falleció en 1749, por lo que su trabajo como enseñante apenas pasó del año; mientras se restablecía el maestro Llerena.

   En junio de 1748 se vuelve a hacer contrato con el maestro  Bentura Llerena, quien gozaba de buena fama y satisfacción entre el vecindario. La cantidad del salario varió sustancialmente ya que era de 1.200 rs más 66 rs para la renta de la casa. La mitad del salario, 600 rs le abonaría directamente la Villa y la otra mitad saldría del reparto entre los educandos; como era costumbre. A lo largo de estos años siguió cobrando los 300 rs que la Iglesia destinaba por la conducción de los frutos.

   Llerena estuvo de maestro hasta la finalización del contrato en julio de 1765, gozando en su trayectoria de una merecida fama y de múltiples enfermedades que le hicieron tomar la decisión de retirarse a su pueblo natal, para ejercer la docencia en el  monasterio de San Millán de la Cogolla.

   La ausencia de Llerena se suplió en enero de 1766 con el contrato por tres años con Juan López de la Molina, residente en Ollauri. Debia asistir a la escuela “todos los días de labor de cada año y en las vendimias a las horas correspondientes “enseñando a los niños en doctrina christiana, leer, escribir y contar de la edad de cinco años hasta la de diez, o entrados que sean en ellos”. Se incrementa el suelo a 1.400 rs. Los 600 habituales paga la Villa y los 800 restantes por los padres de los alumnos. Se introduce como novedad que el que cobra a los padres la cuota es el propio Ayuntamiento y que éste dará mensualmente la cantidad al maestro. Aparte se contempla la renta de la casa, siempre que no exceda de 10 ducados al año (111 rs.)

  Esta novedad de que fuera el Ayuntamiento quien cobrase la cuota a cada familia que llevara a sus hijos a la escuela ocasiona el comienzo de los listados o rol de la escuela en 1767. Una muestra más del avance en la administración civil de la Villa.

  Este rol  de 1767 referente a la enseñanza en la escuela afecta “a los padres de los niños que tengan la edad de los cuatro años cumplidos y entrados en cinco, hasta el de diez que vayan y concurran a la escuela”. La cantidad total que debe recibir el maestro por este cobro es de 800 rs anuales a dividir entre los 76 apuntados en el listado; por lo que toca pagar por cada alumno a 10 rs y 18 mvs. Es bonito, con la visión actual, cómo iban a esta escuela los hijos de los mayores propietarios de la Villa junto con los de los vecinos y moradores más humildes.

  En el rol del siguiente año, de 1768 aparecen 69 alumnos a los que corresponde pagar a cada uno 9 reales y 8 mvs, haciendo un total de 729 reales y 20 maravedíes. Cantidad que no llegaban a los 800 reales que le corresponde dar al maestro; pero que debido a algunas personas que no han abonado y otras componendas, se cumple a la perfección la cantidad que el maestro López de la Molina debe cobrar.

   Tal y como figuraba en la escritura, transcurridos los tres años, finalizaba el compromiso de maestro de López de la Molina. El asunto, como todos los de importancia para la Villa y el vecindario, se trata en un Concejo y se acuerda renovarle por dos años más con otro contrato. Las condiciones no variaron, al igual que tampoco varió la aportación de la Iglesia al Ayuntamiento de 300 rs por razón de conducción de los frutos decimales.

  En el rol de 1669 están censados 83 alumnos y alumnas entre 5 y 10 años; entre todos ellos deben abonar los 800 reales anuales estipulados en el contrato firmado entre el Ayuntamiento y el maestro. En el listado de repartimiento de 1670 fueron 74 alumnos.

   En 1771 se le vuelve a renovar el contrato a López de la Molina, por acuerdo mayoritario del Concejo por espacio de dos años y con las mismas condiciones que los anteriores. En este contrato sigue constando la obligatoriedad de llevar a la escuela desde los cinco años cumplidos hasta los diez, pero añade que “si fuese alguno a la escuela pasada la edad de los dichos diez años se ha de incluir en el rolde y ha de pagar igualmente con los demás en beneficio de los otros y no de dicho maestro.”. También especifica la obligatoriedad de asistir los días de labor y a las horas correspondientes en las vendimias, al igual que en anteriores contratos.

Son años de exaltación en la Villa por la construcción del nuevo templo de la Virgen de la Plaza y se le encarga al maestro de “cuidar de la hermita y Santuario de Nuestra Señora de la Plaza así para encender las lámparas como a las misas y salves que se digan y pedir la limosna con el platillo en dicha hermita y por el trabajo que ha de tener se le ha de dar por esta Villa 120 rs en cada año”.

  En los roldes de estos dos años el número del alumnado sigue siendo de 78 y 77 años; pero en el 1772 se varía la fórmula de pago. Ya no es dividir el total de los 800 rs que pagan las familias al maestro entre el número de alumnos; sino que se toma la cantidad total de 11 reales al año por cada niño, de tal manera que anualmente se gestione esa contabilidad.

   En 1773 terminó el contrato con el maestro López de la Molina y éste había opositado a la escuela de Haro, con lo que se despidió con un memorial explicando su situación para que el Ayuntamiento pudiera tomar los servicios de otro Maestro. El asunto se trata en Concejo y se encuentra relevo en la figura de Juan Manuel Llorente Santayana, vecino de Cenicero, que estaba ejerciendo su oficio en La Puebla de la Barca. Se le ofrece las mismas condiciones que al anterior con un incremento de 80 reales a cuenta de “asistir a la hermita de Nuestra Señora de la Plaza a todas sus funciones cuidado de las lámparas, de encenderlas, ayudar a las misas y salves que se digan, barrerla y cuidar de sus alhajas”.

   Otra aportación de este documento firmado para cuatro años es el del horario, que hasta ahora no había aparecido en ningún otro documento. “Desde la cruz de Mayo hasta la de septiembre, desde las ocho de su mañana hasta las once y media y por la tarde desde la una hasta las cinco”. Sería algo así como el horario de verano para nuestros días. “Desde la cruz de septiembre hasta la de mayo por la mañana a dicha hora y por la tarde hasta las cuatro de ella”, como horario de invierno. Nos preguntamos si habría vacaciones. La respuesta creemos que es bastante sencilla: no existía ese concepto en la sociedad; sólo días de “fiesta de guardar”. También se especifica en este contrato la obligación de la Fábrica de la Iglesia de abonar al Ayuntamiento 300 reales por el trabajo del maestro de conducir los frutos decimales.   En 1777 se le renueva a Llorente por otros cuatro años más.

   En agosto de 1783 se contrata los servicios de otro maestro: Lorenzo Gil Calvo, vecino de Briones, del que estaban informados “de las buenas prendas y calidades…… y de su notoria habilidad”, por dos años. Remarca la obligación de asistir a los que pasen de diez años y quieran continuar estudiando, al igual que a los que fuesen pobres de solemnidad, “sin que a uno y otros pueda despedirlos, que por éstos se le han de dar por la Iglesia Parroquial de esta Villa trescientos reales de vellón en cada un año”. En el trabajo de mantenimiento de la ermita de la Plaza especifica también la obligación de “rezar el Santo Rosario todos los días de labor y los sábados cantar la Salve Misionera.”

   Gil ejerció de maestro de primeras en la Villa hasta 1791, “con aplauso y beneplácito de todo el pueblo y notoria aplicación a la enseñanza de los niños que han asistido a su escuela y ha logrado del Señor Provisor y Vicario General de este Obispado en lo tocante a Doctrina Christiana y Misterios de Nuestra Santa Fe y por lo correspondiente a leer escribir y contar de los peritos nombrados por la Justicia ordinaria de esta Villa”. Un reconocimiento que se expone por parte de las autoridades locales en la documentación para la obtención del título oficial que se le exige con la nueva normativa. Documentación que necesitaría para opositar a otra plaza de rango superior y mejor remunerada y que seguramente sería la razón por la que abandonaría la Villa.

   Otro detalle de la buena labor y fama que tenía el maestro Gil en la Villa era el de requerir sus servicios, como fue el caso de noviembre de 1789 donde los responsables del Mayorazgo de los Ruiz de Ubago que en ese momento tenían indefinición sobre quién llevaría las riendas del mismo, en este caso para el reparto del aceite de oliva del Mayorazgo y para realizar las cuentas y porcentajes. Le abonan por este trabajo 6 reales.

  En abril de 1791 se contrata para la escuela  por cuatro años a Esteban García, natural de Cirueña y que estaba ejerciendo la enseñanza en Huércanos.  Las condiciones no varían con los contratos anteriores.

   Nada más terminar su compromiso con la Villa, García comunicó su intención de ir a ejercer la docencia a otro lugar. Así en agosto de 1795 se contrata a Tomás de Samaniego, quien estaba ejerciendo el oficio en Villabuena. Samaniego estuvo tres décadas de Maestro de Primeras Letras en Elciego hasta su fallecimiento en noviembre de 1826.

 Los dos contratos que se realizan con Samaniego en el siglo XVIII, el primero en 1795 y el último en 1799 no tienen grandes variaciones con los anteriores en cuanto al sueldo ( 1.410 rs anuales de los cuales 610 rs se le abonan de los propios y rentas de la Villa y los 800 rs de los cobros a las familias), los horarios, los días de labor y las vendimias, el no rechazar a alumnado con diez años cumplidos o más y a los pobres,  mantenimiento de la ermita y el de la renta de la casa.

   En el contrato de 1799 hay dos pequeñas variaciones. Una es referente a la renta de la casa, donde la Villa le abona dos tercios de la renta y a cambio del otro tercio la familia Samaniego tiene, sin pago alguno, la atención médica. La otra pequeña variación está encuadrada en el trabajo de la ermita. Hay un pago por esta dedicación de 460 rs que se sacan de las limosnas que se recogen para la Santa Imagen. A cambio, aparte de las obligaciones establecidas en los anteriores contratos, el maestro debe lavar la ropa, plancharla, poner el jabón y repasarla.

  Nos asalta la pregunta de que si eran todo chicos los alumnos o podía haber también clases para chicas, impartidas por este mismo maestro. En algún apartado hemos visto la especificación de “niños y niñas”. Por la cuantía de los roldes y sabiendo que la media de nacimientos en esto años es de 27 nacimientos por año, teniendo en cuenta que la escolarización toma la franja de cinco años, teniendo en cuenta que muchos registrados en el libro de Bautismos de la Parroquia no eran vecinos o moradores en la Villa y teniendo presente el alto índice de mortalidad infantil, sacamos la conclusión que no sólo los varones estaban escolarizados. Es muy posible que se tome la obligatoriedad con los varones y se fuera más laxo en la aplicación de la norma con las chicas; puede ser. Analizando en los listados de los roldes detalles de algunas familias propietarias, comprobamos que entre estas familias la educación e instrucción de sus hijas era una realidad.

1780.-Obligación de aprendizaje de ensamblador tornero y componer arados

   Lanbidea ikasteko modu partikular bat, ikaskuntza kontratu batekin artisau maisuarekin bizitzea zen, bai bere etxean eta baita bere tailerrean. 1780ko agiri honek, zehaztasun interesgarriak ematen dizkigu, ikaskuntza modu honi buruz.

El oficio de carpintero ha estado presente en la Villa a todo lo largo del siglo XVIII en sus distintas versiones. 

Buenos artesanos de la madera, tanto foráneos como los que se fueron asentando en Elciego, participaron con protagonismo en las construcciones de las casas palaciegas (vigas, cabrios, artesonados, ventanas, puertas, …).

    La construcción de la ermita, así como las pinturas del crucero de la Iglesia Parroquial  y la posterior construcción de la Nueva Sacristía necesitaron de buena madera y diestros maestros del ensamblaje para levantar andamiajes que sostuvieran las dovelas y los sillares durante su construcción o permitieran a los maestros pintores llegar a las bóvedas del templo.

   Una de las variedades de este trabajo de carpintería estaba relacionada con la propia actividad agrícola, que a lo largo este siglo tuvo un crecimiento importante. En concreto se necesitaron buenos maestros cuberos,  la mayoría venidos de la parte norte de las Vascongadas y que se fueron asentando en Elciego debido al aumento de la demanda originada por la mayor producción vinícola. Dentro de esta actividad va surgiendo la necesidad de fabricar trujales con buenos y resistentes usos de madera y también arados para el cultivo de la tierra. De esta nueva necesidad aparece el oficio de ensamblador, tornero y componedor de arados.

   Ramiro de Besga Ugarte, un joven maestro artesano nacido en Nájera, se desplaza  en la década de 1760 a Elciego, acompañado de su mujer Juana Agustino Puente, natural de la aldea burgalesa de Quintanilla de San García. En nuestra villa van a nacer los cinco hijos habidos en este primer matrimonio.

   Los oficios artesanos eran transmitidos por parte de los maestros ya reconocidos a jóvenes aprendices por medio de contratos de aprendizaje. Los alumnos, cuando ya estaban considerados diestros en el oficio, buscaban pasar un examen de reconocimiento por oficiales para poder demostrar así su conocimiento y reconocimiento en esa especialidad. Para muchos jóvenes el vincularse durante unos años con un maestro artesano y aprender el oficio, era una salida interesante para su proyecto de vida.

  De esta opinión fue Nicolasa Fernández, una viuda de Leza, quien puso a su hijo Antonio Barrón en las manos del maestro tornero Ramiro Besga , para que le enseñara el oficio. El aprendizaje lo acordaron bajo un documento público y tendría una duración de seis años. Las condiciones que en él establecieron nos dan una idea detallada de la vinculación que existía entre el aprendiz y el maestro del oficio.

  • El maestro tornero tendría en su casa al aprendiz por espacio y tiempo de seis años para enseñarle los oficios de tornero, ensamblador y componedor de arados.
  • El maestro le atendería en todo lo relativo al aprendizaje así como le daría alimentación. La comida sería la misma que la del maestro y su familia.
  • A los tres años del aprendizaje le proporcionaría una escudilla de vino. Al cuarto año dos y en el último tendría plenos derechos sobre el consumo de vino: tres escudillas de vino a la comida y dos en las otras comidas y meriendas.
  • No le podría mandar ir a por agua ni barrer. En caso de que lo hiciera, debía ser que el aprendiz quisiera ejecutarlo por su gusto.
  • La vestimenta, el calzado y otros enseres necesarios para su mantenimiento eran por cuenta de la madre.
  • El precio del aprendizaje y la estancia eran en total de 200 reales; pagados la mitad al segundo año y la otra mitad el día que concluya el periodo de aprendizaje.
  • Si el muchacho se marcara de casa del maestro sin motivo alguno, la madre lo haría volver. En caso que no lo hiciera, la madre tendría que pagar al maestro 200 rs por cada año que faltase.
  • En caso de que el maestro o el aprendiz fallecieran durante este período de compromiso, éste desaparecía por una y otra parte.

   Como todo contrato llevaba el aval de un fiador, vecino de la villa, con todas las cláusulas, fuerzas y firmezas necesarias para su cumplimiento y con la obligación de su persona y bienes presentes y futuros.

1934.- La Construcción de las Escuelas

 

1934.urteak, hamarkada honetako eskolen eraikuntzak sekulako obra ekarri zuen, batetik tamainagatik eta bestetik helburuagatik. Berak, ordurarte «Pieza de la Villa» izan zenaren urbanizazioa ekarri zuen.

 

La construcción de las Escuelas de Elciego y su inauguración el domingo 20 de mayo de 1934 fueron un auténtico acontecimiento en la vida local. En varias ocasiones hemos comentado la acertada política de D. Luis Dorao Merino en dotar a los pueblos alaveses de escuelas dignas con nuevas construcciones.

En el caso de Elciego la construcción de este grupo escolar supuso la expansión arquitectónica del municipio. La Pieza de la Villa como así se le denominaba a esta parcela limítrofe con el casco urbano por su vertiente NW, era trabajada por medio de veredas entre los vecinos. Bordearla para pasar de un lugar a otro supuso un inconveniente grande para las caballerías y para las personas, por lo que ya se le había establecido un camino que la atravesaba por su mitad (aproximadamente por lo que luego fue el denominado Paseo el Peine).

La primera construcción que se hizo en esa Pieza fue el grupo escolar. Posteriormente se construyó el Cuartel de la Guardia Civil y finalmente todo el grupo de casas, frontón y piscinas en el plan de 1945.

 

 

 

 

 

 

La familia Bañares, nos ha aportado estas fotografías de la propia construcción y del día de la inauguración, del archivo que conservan de su antepasado Luis Bañares Pérez.

1869 La Circular que el Diputado General de Alava mandó a los pueblos sobre la Instrucción Primaria

1869 urtean Arabako Diputadu Nagusiak lurraldeko udal guztiei gutun bat bidali zien aldarrikatzen hezkuntza eta irakaskuntza garrantzia duena.

IMG_8518El 25 de Junio de 1869, el Diputado General de Alava Francisco Mª de Mendieta envió una circular a todos los pueblos y ayuntamientos un escrito recomendando que se cuide la Instrucción Primaria en las poblaciones y también a los maestros y maestras, puesto que «la instrucción primaria es la base en que se sienta sólidamente la prosperidad«, no sólo la moral, sino también la material de los pueblos.

Por el mensaje importante dado por la primera autoridad foral para nuestros pueblos y porque la enseñanza ha tenido un papel protagonista en la historia de nuestro pueblo, traemos esta circular que se conserva en el Archivo Municipal.

A Elciego le llegó también esa circular, pero la enseñanza primaria en el pueblo estuvo bien atendida desde siglos anteriores. En 1865 se habían arreglado las escuelas de la Calle del Norte y en este año el maestro era D. Silverio Gervarsio Cambra y Leza y la maestra de niñas Dª Dorotea Gonzalo y Sanz de Cortázar.

«DIPUTACIÓN GENERAL de la M.N y M.L. PROVINCIA DE ALAVA
Con sentimiento ha visto esta Diputación General, que algunos pueblos de la provincia al quedar vacante sus escuelas se han apresurado a rebajar considerablemente sus dotaciones, fundándose en las atribuciones que sobre este ramo de la administración pública les concede el fuero, y sin reparar que acaso por obtener una economía que de ninguna manera ha de ser un grande alivio para las cargas públicas, pueden causar no escasos perjuicios a la buena y acertada enseñanza de sus hijos.
El fuero concede efectivamente una intervención directa en la instrucción primaria a los Ayuntamientos, pueblos y concejos, pero no autoriza para que se doten mezquinamente a los maestros hasta el punto de no ofrecerles los medios necesarios para su decorosa subsistencia. Si cuando en las demás provincias del Reino el ramo que nos ocupa alcanzaba el más mezquino estado, en la nuestra, gracias al régimen especial que disfrutamos, los pueblos le atendían, le cuidaban, lo protegían y procuraban fomentarlo, no se comprende el que hoy que ha mejorado considerablemente en toda la Nación, nos olvidemos nosotros del brillante estado a que lo hemos traído en Alava y vayamos a destruirlo cuando precisamente lo que debíamos hacer es fomentarlo todavía más para marchar siempre a la cabeza, puesto que hemos conquistado gracias a nuestros afanes, a nuestros fueros y a nuestras patriarcales costumbres.
La instrucción primaria es la base en que se sienta sólidamente la prosperidad, no solo moral, sino material de los pueblos. Por lo tanto los gatos que ocasiona son altamente reproductivos, puesto que dispensa a la sociedad un beneficio inmenso, un beneficio que sólo se aprecia debidamente, consultando la estadística criminal y aprendiendo, en ella que el crimen retrocede a medida que avanza, se difunde y generaliza la instrucción. La instrucción forma buenos ciudadanos, los hace dóciles y obedientes, de costumbres morigeradas, arraiga en ellos los hábitos de laboriosidad y de trabajo y les dispensa en fin con la tranquilidad de sus conciencias, toda la posible prosperidad y bienestar.IMG_8517
La Diputación no puede descender a comparaciones siempre odiosas, pero cree que con lo que lleva manifestado, comprenderán los pueblos cuán importante es el ramo de que se trata y cuántos beneficios hemos de reportar todos del afán y empeño que formemos en cuidarlo y protegerlo. Por eso dirige hoy su voz paternal a los pueblos de la provincia, para que procuren por todos los medios posibles, cuando vacaren sus escuelas, por lo menos mantener las dotaciones que hasta ahora han disfrutado los maestros, con el fin de conseguir que la juventud alcance buenos directores, que la instruyan y la eduquen como corresponde y que formen en fin buenos ciudadanos y honrados padres de familia.
Pero no por eso pretende la Diputación que los pueblos se pongan obligaciones superiores a sus fuerzas, ni que hagan sacrificios imposibles. Si en algunos fuera demasiado pesada esta obligación pública, la Junta de Instrucción pública de la Provincia los oirá y los atenderá cuanto atendibles sean sus reclamaciones. Siempre que vacue una escuela, fórmese el oportuno expediente ante la citada Junta, y si de él resulta que es excesiva la dotación, atendidos el vecindario, riqueza y recursos de que disponga el pueblo, la dotación decrecerá a sus justos límites, a la posibilidad del vecindario, pero siempre procurando que sea decorosa para que el profesor pueda vivir sin mendigar: esto es lo que la Diputación y al Junta Provincial del ramo desean en interés de los pueblos y en interés de la enseñanza primaria.
Los pueblos tienen hoy derecho de nombrar sus maestros y la Diputación no ha de cercenarles por cierto semejante derecho, sino que antes bien ha de procurar apoyarlos y sostenerlos en él como en todos los demás que les concede el fuero, pero por esta misma raz´n desea que las escuelas ofrezcan más si cabe, que hasta ahora, la más sólida garantía de que corresponderán dignamente a su objeto y a su razón de ser, lo cual no se consigue sino teniendo buenos maestros que puedan vivir apartados de la indigencia, aunque no en medio del lujo y a quienes se les exige el puntual cumplimiento de sus deberes y el buen comportamiento a que están obligados todos los funcionarios públicos y más que todos los maestros que dirigen la juventud.
La Diputación espera confiadamente que serán atendidas las poderosas razones que deja ligeramente apuntadas y le previene a V. que haga conocer la presente circular a todos los pueblos de ese distrito municipal, disponiendo que se dé lectura de ella en los concejos al mismo tiempo que interpone por su parte la legítima influencia que ejerce entre los vecinos para secundar los patrióticos y ardientes deseos de esta Diputación
Dios guarde a V. muchos años
Vitoria 25 de junio de 1869
El Diputado General Francisco María de Mendieta»

 

1934.- EL GRUPO ESCOLAR DE ELCIEGO

1934.- EL GRUPO ESCOLAR DE ELCIEGO

 

 

 

(fotografía cedida por Alberto Rivacoba a la Asociación Cultural Deportiva “Virgen de la Plaza)

La década de los años veinte

 

Hacia 1920 Elciego contaba con una población que superaba los 1.400 habitantes. Las leyes generales de la enseñanza y las deficientes condiciones para la escolarización de un numeroso alumnado infantil y adulto, llevaron al Ayuntamiento, presidido por el ilustrado Eustaquio Sáenz de Navarrete, a transformar el edificio adquirido en la calle del Norte en una escuela Graduada. La prepararon para tres niveles: 6-8, 8-10 y 10-12 años, bajo la dirección del arquitecto Julián Apraiz. Elaboró un diseño con tres salas de 72 m2, un pequeño portal para acceso, un cuarto cubierto para los días de lluvia y un amplio patio para el recreo;  dando así respuesta pedagógica a una matrícula en torno a 200 alumnos y alumnas de infantil y a casi un centenar de jóvenes y adultos. La reforma del local se realizó por necesidad imperiosa al tener que dar solución a la población; pero la Dirección General de Enseñanza Primaria de Madrid no dio el visto bueno a estas Escuelas Graduadas por se la altura de los locales 20cm menor de lo reglamentado, tener superficie algo escasa, faltar dependencias varias, servicios insuficientes para el número de alumnos, etc…

En esta época dos maestros dejaron huella importante en la población. D. Edmundo Rodríguez Andrés, asturiano de nacimiento que vino a ejercer en Elciego en mayo de 1910 y fiel defensor del viejo teorema. “la letra con sangre entra”. Sus correas utilizadas en el golpeo de cabezas y manos de los alumnos más reticentes siguen presentes en la memoria de nuestros mayores, así como la exhibición de las mismas ante la mirada temerosa del alumnado bajo la imborrable frase “estas correas valen más que las haciendas de vuestros padres¡¡”. La versión femenina se centró en Doña Baldomero Vidaurreta Díaz, una auténtica institución entre la población y presente en las memorias de nuestras madres y abuelas. El 30 de noviembre de 1919, un escrito acompañado de 200 firmas del vecindario solicitan al Alcalde se le conceda a Doña Baldomero “ las Gracias de real Orden en vista de los excelentes resultados obtenidos en la enseñanza y educación de las muchas niñas que bao su dirección tiene desde que está regentando la Escuela de su cargo, tan a inmensa satisfacción de este vecindario en general”. En la Memoria escolar de 1923, Doña Baldomero tenía 90 alumnas matriculadas, con una asistencia regular del 80%. Don Edmundo, por su parte, atendió este mismo año a 101 alumnos, aparte de otro ciento de la escuela de adultos. En el apoyo a este gran trabajo escolar estaba la Mutualidad “Virgen de la Plaza”.

En todas las memorias y escritos a las autoridades educativas y municipales, siempre aparece la falta de espacio y condiciones para atender al gran número de alumnado de primaria, así como al de la juventud o adultos. Así que un nuevo edificio que pudiera acoger a toda esta población escolar, era una idea que rondaba tanto por las cabezas de los gobernantes, como en la voluntad de la población en general.

 

Construcción de las nuevas escuelas

 

 (Fotografía aérea de 1933 donde se ve la Pieza de la Villa con las obras de las escuelas

La República, con su gran apuesta por la Instrucción Pública, posibilitó la materialización de este viejo deseo. En la sesión del 20-09-1931 el Ayuntamiento, bajo la presidencia de D. Sinforiano Jiménez de Ventrosa, decide enviar un escrito al Directo General de Primera Enseñanza informándole de la poca idoneidad de las Escuelas Públicas al no reunir capacidad ni condiciones higiénicas ni pedagógicas necesarias para una buena instrucción pública, “base primordial de la educación e ilustración de los niños y de ahí depende el bienestar de los pueblos”. Acuerdan solicitar al Estado “ la construcción de un edificio Grupo Escolar, donde puedan instalarse las cuatro escuelas existentes más dos de párvulos que se tienen solicitadas”. Para ello el Ayuntamiento se compromete a ceder gratuitamente los terrenos necesarios, aportando un 25% de los gastos de la construcción.

El lugar estaba claro: la Pieza de la Villa, situada en la parte NO de la población, podía albergar con su gran extensión este anhelado proyecto.

La solicitud con sus correspondientes tramitaciones siguieron su curso y contaron con el viento favorable de políticos republicanos que empujaron dicho proyecto. Uno de ellos el diputado provincial D. Moisés Laorden Besga (Elciego 1887) miembro de la Gestora de Diputación y muy interesado hacer realidad los proyectos de su pueblo. Junto a él D. Luis Dorao Merino, maestro, periodista y político que participó en la misma Gestora y posteriormente fue presidente de ella en 1934. Impulsaron la construcción de escuelas como las de Elciego o Navaridas , el Hospital de Leza ,  ¿???

Así el 20 de mayo de 1933 colocaron la primera piedra para la construcción de este nuevo Grupo Escolar. Para tan gran acontecimiento y como testimonio de la apuesta republicana, vinieron las máximas autoridades de la Enseñanza: el propio ministro D. Fernando de los Ríos y su gran colaborador D. Rodolfo Llopis. La Banda de Música participó solemnemente en dicho acontecimiento haciéndose esta foto cuando posteriormente acudió toda la comitiva a visitar las Bodegas del Marqués de Riscal

(Foto Archivo Banda de Música Santa Cecilia de Elciego)

 

La construcción tiene buen diseño del Arquitecto Provincial D. Julián Apraiz Arias, quien realizó numerosos edificios civiles en la Provincia y que tenía en su currículum la Catedral Nueva de Vitoria. Contó para su construcción con un buen nutrido de profesionales bajo el contratista Gabriel de la Cotera. De la carpintería se encargó Gómez Gorriarán y Cía. Los trabajos se hicieron bien y con prontitud, y todo en un tiempo récord de un año, con un presupuesto total de 239.932’51 pesetas. Todo un ejemplo de ejecución de obra pública.

(El Arquitecto Provincial D. Julián Apraiz Arias)

La inauguración del Grupo Escolar

 

Así se llega al gran día de la inauguración, el 20 de mayo de 1934; acontecimiento solemne y lleno de liturgia, como no podría ser de otra manera en nuestra villa.

La comitiva se organizó en la Plaza, con las autoridades locales y su Alcalde D. Javier Diez Caballero, niños y niñas de las escuelas, Banda Municipal y acompañamiento del vecindario en general. Allí recibieron a las autoridades llegadas de Vitoria: el Gobernador Civil de Alava, Sr. Novoa, el Presidente de la Comisión Gestora de Diputación, Sr. Dorao, con varios de sus Diputados, el Alcalde de Vitoria, Sr. González de Zárate, el Director de Instrucción Pública, Sr. Tabar, y varias autoridades de Inspección de Educación. A la salida de la Plaza un sencillo arco con la inscripción: “El pueblo de Elciego a las Autoridades” destacaba entre las calles engalanadas con banderines y guirnaldas.

La comitiva se dirigió al nuevo edificio, donde se congregó el público y un centenar de vecinos de Salvatierra, venidos en dos autobuses puestos para el acontecimiento por Diputación, para que pudieran contemplar el soberbio edificio levantado en Elciego y que ellos se lo habían dejado pasar, con el mismo diseño, por temas triviales de políticas con escaso horizonte

Los discursos se realizaron desde el ventanal de un aula de la primera planta. El primero en hablar fue el Alcalde local D. Javier Diez Caballero, quien dio la bienvenida a todos los presentes en el acto y de una manera especial a D. Luis Dorao, por su acertada política de construcciones escolares en la provincia, para el que pidió una ovación. Otro recuerdo especial lo tuvo con el vecino D. Moisés Laorden Besga, por su activa participación en el proyecto. El alcalde rindió en su discurso un valor especial a la cultura y a la educación señalando “ que a los pueblos lo que les sobran son héroes, no sabios

A continuación una niña de las escuelas, Amelia Uribe, dio un saludo de bienvenida a las autoridades.

Discurso emotivo fue el que dio el veterano maestro D. Edmundo Rodríguez, en representación de los enseñantes locales. Ese mismo día hacía 24 años que había sido nombrado maestro en Elciego, y precisamente por el Sr. Tabar, allí presente. Dijo que había educado varias generaciones del pueblo y que muchos niños de ayer, ostentaban hoy cargos públicos. Veía con placer cómo el pueblo progresaba y que el día mayor para un pueblo es cuando se abre una escuela; “ por cada escuela que se abre, se cierra una cárcel” exclamó con rotundidad, respondiendo el público con una gran ovación.

Posteriormente el niño, Fidel Uribe recitó una poesía titulada “La Escuela”.

Continuó el acto protocolario con la intervención de la Inspectora Dª Isabel Romero, quien elogió a la escuela moderna y a la educación, como transformadoras de las costumbres de los pueblos.

Seguidamente tomó la palabra el Inspector Provincial de Primera Enseñanza, Sr. Azpeurrutia, quien excusó la ausencia del Director General de Enseñanza, del Subsecretario y del propio Ministro de Instrucción Pública Sr. Villalobos, que tenían intención de haber acudido a este acto, pero que otro de última hora en Salamanca les había impedido acudir a esta inauguración.

Discurso emotivo y ovacionado fue el que realizó D. Luis Dorao Merino, Presidente de la Gestora (Diputado General) y uno de los grandes impulsores de la construcción de este edificio. Recordó a D. Fernando de los Ríos y a D. Rodolfo Llopis, quienes vinieron a colocar la primera piedra del edificio y a los que recuerda fueron los grandes impulsores de esta obra. Fijación tuvo con el centenar de asistentes de Salvatierra, a los que él mismo proporcionó dos autobuses para que contemplaran las escuelas de Elciego y que se habían quedado sin una obra tan importante, ya que iba a ser réplica de la construida en nuestra villa. “Por treinta mil pesetas a pagar en diez años y cómo por jugar a la política, se han quedado sin ellas”, sentenció con rotundidad..

(D. Luis Dorao Merino con la Banda de Musica de Elciego en el acto de la inauguración, Archivo Banda de Música Santa Cecilia de Elciego)

 

Por el Ayuntamiento de Vitoria habó el Alcalde González de Zárate, quien recordó que cuando el Sr. Olarte, allí presente, fue el Presidente de la Gestora, teniendo como compañeros entre otros a Dorao y a Laorden, se impulsó la construcción de este edificio.

El Gobernador Civil Sr. Novoa, como autoridad de la República, exculpó nuevamente la ausencia del Ministro que había tenido que acudir a Salamanca; pero que el próximo verano tenía previsto pasar quince días en Alava, y en esa ocasión se pasaría por Elciego. “No miréis esta obra como la de un partido, sino como obra de la República” recalcó con esa visión futurista y renovadora que tuvieron muchos gobernantes republicanos.

Tras terminar los discursos y el acto inaugural, el Ayuntamiento sorprendió al Presidente de la Gestora, Sr. Dorao, con un regalo sorpresa. Agradeciendo los esfuerzos realizados para la construcción del Grupo Escolar, el Ayuntamiento en sesión del 6 de mayo de 1934 había decidido denominar a la nueva calle que se había originado en la Pieza de la Villa, como “Avenida de D. Luis Dorao Merino”, descubriendo para ello una placa que se había colocado en el frontis de acceso a las escuelas. Al descubrir el rótulo, la Banda Municipal bajo la batuta de Juan Cruz García interpetó el Himno Nacional.

El Ayuntamiento obsequió a todas las autoridades con una comida en el mismo edificio escolar que comenzó a la una y media y la preparó el Hotel Jáuregui de Vitoria. Estuvo amenizada por la Banda Municipal  interpretándose las obras “Gloria al Trabajo” de Texidor, “Katiuska” de Sorozábal y “El Sitio de Zaragoza”. D. Luis Dorao se entusiasmó con la música de la Banda y le comentó al Alcalde de Vitoria que la contratara para las fiestas de La Blanca.

A la tarde, una visita a las Bodegas del Marqués de Riscal y otra al Círculo Republicano de Elciego, pusieron fin a un intenso día, emocionante y siempre recordado entre la población de nuestra villa

Jesús Fernández Ibáñez

elciegohistorico.wordpress.com

 

 

(Fotografía cedida por Aurelio Seiigido a la Asociación Cultural Deportiva “Virgen de la Plaza)