1886.urtean datatzen da Arabar Errioxako mahastietan kobre sulfatoaren erabileraren hasiera. Aurreko urtean (Mildew edo Mildiu) izeneko gaitz ezezagunak eraginda, ia uzta guztiaren galera sortu zuen eta honen ondorioz, arabar uztatzaileek, behin eta berriro eskatu zioten laguntza beraien Aldundiari eskualdeko nekazaritza aberatsean miseria ez eragiteko. Batzorde bat sortu zen, uztetan gertatzen ari zen gaitza aztertzeko eta era berean honi aurre egiteko bide eraginkorra adosteko.
(1920 Sulfatado de las viñas.-
Archivo Marqués de Riscal)
1.- Introducción
Las nuevas roturaciones y plantaciones de viñedo, que desde finales del XVIII y principios del XIX se fueron realizando en la zona, originaron un aumento de la producción de vino que ocasionó problemas de su venta en las zonas habituales. Aumentándose esta dificultad por la entrada de otros vinos, como los navarros y aragoneses, más alcohólicos y por consiguientes más resistentes al tiempo y al transporte.
A lo largo del XIX fueron varias las epidemias que sacudieron nuestros viñedos, aparte de las clásicas heladas y pedriscos que tenían su gran repercusión en la producción. Por nombrar alguna de ellas, el “sapo de concha” entre los años 20 al 30, la desastrosa del oídium (“ceniza”) hacia mitad del siglo, o la de la gardama en 1856. Estas epidemias llegaron a reducir la producción a la mitad o a la tercera parte de lo cosechado en un año normal.
Tampoco hay que olvidar otro látigo que castigó los viñedos, como fueron las guerras. Los datos más conocidos los tenemos de la última confrontación carlista donde las cosechas de 1874 y 1875 están ausentes de los datos de aforos y en numerosas documentos aparecen actos vandálicos en los viñedos. Con las guerras faltaron brazos para trabajar el campo, muchas parcelas estuvieron medio abandonadas e incluso algunas arrasados por venganzas personales o necesidad de utilizar cepas para calentarse en el invierno o para resguardarse, que de todo hubo.
Sobre la plaga que más datos tenemos es la del Mildew, o mildiu, aparecida en nuestra zona en el año de 1885. Una enfermedad desconocida hasta entonces y que se manifiesta ese año en la viticultura de la Rioja Alavesa, quedándose desde entonces como una enfermedad endémica. Ella trajo consigo la utilización del sulfato de cobre para su curación quedándose como una práctica anual en las labores vitícolas.
Un antecedente interesante a tener en cuenta es la helada generalizada del 25 de Abril de 1883 en toda la jurisdicción de Elciego y parte de la comarca, que afectó muy negativamente a todos los viñedos. Una vez más se cumplió el refrán de “Marcos marquete, vendimiador sin corquete”. Las heladas de alta intensidad en los viñedos originan una gran pérdida de la cosecha de ese año, pero también la debilitación y desorganización de la planta para brotar en el siguiente. A este acontecimiento hay que añadir que el año de 1884 fue de una pertinaz sequía hasta el punto de que tuvieron que hacerse rogativas completas para implorar al cielo el agua que se le negaba en la tierra.
1883 y 1884 fueron dos cosechas muy escasas de producción en Elciego, debido a la conjunción de estos dos fenómenos, hielo y escasez de agua. Muy distinto comenzó 1885 con abundante humedad de invierno, plantas descansadas de producción y con ganas de ofrecer un fruto generoso, como así estaba demostrado en los meses de mayo y junio, donde la población manifestaba su ilusión porque se avecinaba una recuperación de los viñedos y una buena cosecha.
2.-Presencia de una nueva enfermedad.-
La primavera y el verano de 1885 fue generoso en lluvias, con lo que levantó ánimos y esperanzas entre los cosecheros; pero también temido por las abundantes tormentas que hubo en la época estival, cargadas de electricidad y pedrisco en toda la zona de la Rioja Alavesa. Concretamente el 23 y 24 de Julio hubo tormentas inolvidables entre los habitantes de la zona. Esta combinación de humedad y calor hizo que una nueva enfermedad originada por la “peronóspora” hiciera su aparición en algunos viñedos de la comarca. Una plaga escuchada desde tierras francesas y también en la zona catalana del Valle del Ebro; pero totalmente desconocida entre nuestros cosecheros.
El 11 de agosto de 1885, el Alcalde de Elciego Fructuoso Urive, escribe al Diputado General de Alava pidiendole ayuda ante una enfermedad que se “ha notado en el viñedo de esta jurisdicción“, desapareciendo la hoja por completo y “que la uva también principia a padecer y suponiéndose que llegue a perderse la cosecha en su totalidad”. Le propone que se cree una Comisión Científica “que pueda determinar sus causas y ponga remedio para evitar en lo sucesivo su propagación”
La Diputación alavesa era conocedora también de una enfermedad nueva aparecida el año anterior en el viñedo de la zona catalana y que estaba estudiándose; por lo que las alarmas se encendieron en los responsables provinciales. Así en la Comisión del 14 de agosto de 1885 se acuerda mandar a los Diputados provinciales Plácido Almarza y Román Angel de Viana que se personen en Elciego y en cualquier otro punto donde se hayan observado análogos efectos en las plantas. Les envía un folleto publicado por la Diputación de Barcelona que trata de la “Peronóspora” de la vid, para que tomen nota e inspeccionen los viñedos afectados “por si acaso fuera dicha enfermedad la que se ha presentado en la citada villa”. Dicho folleto había sido publicado en mayo de este mismo año. El escrito de la Comisión Provincial lo firma el secretario Eliodoro Ramírez Olano, quien anteriormente había sido alcalde de su pueblo natal, Elciego, y conocía perfectamente la situación de los cosecheros de su pueblo, ya que su familia era una de las propietarias más importantes de la villa.
Con prontitud y responsabilidad hicieron su trabajo de inspección de los viñedos los dos diputados provinciales, quienes se personaron en Elciego el 17 de agosto con el folleto de la Diputación de Barcelona en la mano y, acompañados de autoridades locales y cosecheros preocupados por la aparición de estos síntomas, fueron a analizar algunos viñedos. Curiosa imagen la de unos agricultores en un viñedo, observando la parte leñosa de los sarmientos, las hojas con sus manchas y las uvas lacias fruto de la enfermedad, con el folleto en la mano, leyéndolo en voz alta y viendo si las peculiaridades de la enfermedad descrita en esos papeles era la misma que la que tenían ante sus ojos.
La discusión entre los asistentes era clara: “si el daño es debido a la acción atmosférica bien por alguna escarcha bien por las continuas humedades y tormentas o si es causada por la nueva plaga conocida con el nombre de peronóspora”. No llegan a acuerdos en las causas del mal, pero sí lo consiguen cuando proponen que “este asunto de carácter tan general y de tal importancia en la Provincia lo haga reconocer y estudiar por personas peritas y científicas así como los medios de combatir si fuere la plaga indicada esta calamidad que pudiera reducir a la miseria una gran parte del territorio alavés y además ser en su caso de obtener del Gobierno los socorros necesarios ante la desgracia inminente”
Para el 18 de agosto, los dos diputados tienen redactado su informe y lo ponen en manos del Diputado General. Comienzan argumentando los tres años de pertinaz sequía y el hielo general que han sufrido causando “cosechas miserables que han empobrecido considerablemente toda la Rioja Alavesa”. El invierno y la primavera trajeron abundantes humedades que hizo brotar nuevos sarmientos vigorosos y generosos en fruto, hasta que a finales de julio ”una serie de frecuentes tormentas y aguaceros terribles con muchísima electricidad en toda la Rioja Alavesa y con fuertes pedriscos en algunas zonas como gran parte de las jurisdicciones de Laguardia y Elciego” . A esas tormentas siguieron mañanas de rocío y escarchas que favorecieron el desarrollo de la nueva enfermedad. La aparición de los primeros síntomas en las hojas de alguna zona de Laguardia ”hizo correr la voz de que en algunas viñas había debido caer rayos secando la hoja y algunas cepas.” A los dos días de la última tormenta comenzó a observarse que en el término de Carralogroño comenzaban a secarse la hoja de las viñas y que este mal se iba extendiendo por la jurisdicción de Laguardia. El mismo síntoma se observó en términos de Elciego, no teniendo conocimiento de ello en Labastida ni en la parte este de la Rioja Alavesa. Los pueblos más afectados fueron Laguardia, Elciego y Lapuebla.
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