EL AFORO O LA CALACIÓN DE LOS VINOS

«Kalazioa» edo «ardoen edukiera» ekoizten ziren ardoak neurtzeko sistema tradizionala zen. 1836 arte Eliza zen ardoa banatzeko bere kalazioak egiten zituena. Data horretatik aurrera, Udalak kontrolatzen du herriko ardogintza, eta zergak ezartzen dizkio ekoizpenari.

  El “aforo” o la “calación” de los vinos es el registro oficial de la cantidad de vino que hay en un lugar.  El acto de aforar un vino ha sido un rito muy respetado con sus normas y su liturgia. Es un acto colectivo, socializado, en el que una persona mide el vino con el cántaro oficial, otra persona anota en un papel las veces que se ha llenado ese cántaro y otras personas actúan de testigos. El riguroso silencio para evitar equívocos en los apuntes dejaba escuchar con plenitud y armonía el golpe del vino en el nuevo recipiente, así como a las personas que voceaban el vaciado y el apunte en la cuenta. Imaginamos también que la luz de unos candiles en la profundidad del “calao”, aportarían más majestuosidad al acto.

   Hasta 1836 hay muy poco registro civil de la cantidad de vino producido por los cosecheros cada año. Más bien son documentos relacionados con alguna obra para la que se grava la producción de uva o un impuesto a la venta del vino. Los datos de la segunda parte de la década de 1760 para gravar con 2 maravedíes el azumbre de vino, para la construcción del camino carreteril de Vitoria a Laguardia, llevarían consigo unas mediciones oficiales de la producción de cada cosechero para definir qué cantidad debe pagar cada uno. Pero de esas mediciones concretas no disponemos de documentación.

  Hasta 1836 toda la documentación que conocemos de aforo de los vinos está amparada en los registros eclesiásticos de la Parroquia. Los Diezmos y Primicias fueron los que sustentaron las obras, ornato y Cabildo de la Parroquia hasta esta fecha. La Iglesia, en este caso la Fábrica de la Iglesia (con un mayordomo eclesiástico y otro secular) llevaba un riguroso registro de los productos diezmados. Principalmente de la uva, que suponía aproximadamente el 70 % del valor de todo lo recogido.

  En estos mismos registros de la Parroquía aparece en estos documentos el título de “Tazmía”, que no era propiamente el acto del aforo, sino el registro de los productos que se diezmaban y luego se repartían entre los Beneficiados, la propia Fábrica de la Iglesia y en sucesivas etapas una parte recibía el propio Obispado.

 

 

Los aforos civil del XIX y en años sucesivos no van a llevar el ritual completo, ya que lo que se hacía era un apunte sobre las cubas que había en la bodega, junto con “la velez” de las mismas y se hacía la cuenta de las cántaras en total que había cosechado ese propietario o propietaria.

A través de un bando el Ayuntamiento anunciaba los días que se celebrarían los aforos, para lo que solicitaba que se tuvieran abiertas las puertas de las bodegas.

  Aportamos a este pequeño artículo fotografías de portadas de estos registros, de cómo establecían un apunte con lectura fácil en el reparto de los vino. Sumando todas estas cantidades particulares salía la cantidad de vino que se producía en la Villa.

1836-1849
1850-1874
1875-1889

Aportamos las gráficas sobre los datos del siglo XIX. Se puede observar los grandes vacíos ocasionados por las Guerras Carlistas, el Cólera o el Mildiu.  Una producción vinícola dependiente de muchos factores y que llegaba en varios años a superar las 120.000 cántaras de producción.

El siglo XX trajo otro parámetro que alteraba el registro de los datos. Era la de la introducción del vino foráneo. Éste ocasionará la necesidad de otro registro y un tratamiento impositivo distinto.

Hemos traído este detalle curioso de un registro en el que nos hace pensar que la pesadumbre del acto llevó al notario a paliar el aburrimiento ornamentando el propio documento.